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El panorama económico de Colombia es sombrío, en parte porque tenemos un crecimiento que avanza a marcha lenta, en parte por factores gubernamentales que nos adentran en un desafío y en parte por factores exógenos que poco contribuyen a mejorar el entorno. Es como querer avanzar con freno de mano.
Algunas cifras para entenderlo: el año pasado el PIB creció 0,7%, el mismo resultado que el primer trimestre de este año; a su vez, el Fondo Monetario Internacional, FMI, proyecta un alza de 1,1% a cierre de 2024, que al ponderarlo a un nivel per cápita da como resultado una economía estancada.
Sin mencionar que la ejecución presupuestal a junio cerró en 36,6%, una baja en 1,6 puntos frente al promedio histórico de los últimos 23 años e inferior en 1,4 puntos comparado a 2023, según cifras del Ministerio de Hacienda y Crédito Público.
Y la ejecución presupuestal del componente de inversión, que es el más ligado con aquellos programas y proyectos que pueden impulsar la actividad productiva, su resultado es de apenas 22%, cuando el promedio de los últimos cinco años es de 27,4%.
Colombia necesita que todos sus connacionales estén más unidos que nunca
En el ámbito internacional las circunstancias poco favorecen por las tensiones comerciales, políticas y militares que comprometen a las principales potencias y que amenazan con extender los conflictos, las crisis humanitarias y el retroceso económico.
Por eso es muy importante lo que hagamos en casa para quitar el freno de mano, para impulsar la economía y salir del estancamiento. Hay muchas propuestas importantes, sin embargo, algunas prioritarias: impulsar no solo acciones para la demanda sino para la oferta, eso quiere decir que hay que trabajar en dar certidumbre para que se evidencie de que en Colombia se dan las condiciones para invertir.
Por lo anterior hay que desarrollar un trabajo de reactivación económica de forma urgente con el sector privado. Este trabajo no solo ayuda a tender puentes de dialogo con los diferentes sectores, sino que también puede mejorar el clima de inversión, que está en rojo tanto la IED como la formación bruta de capital. La reactivación, adicionalmente, puede ser un mecanismo para mejorar la ejecución del Gobierno, sobre todo el presupuesto de inversión.
Celebro la iniciativa de poner en blanco y negro un plan de reactivación, es un buen comienzo, sin embargo, todavía falta conocer los detalles de cada uno de estos siete elementos, en términos de cuáles van a ser los recursos y fuente de financiamiento, como también las metas concretas.
No podemos olvidar que Colombia es un país de regiones, por lo que se hace crucial diferenciar las inversiones según las características específicas de cada territorio. La alianza con los departamentos y la adaptación de los flujos de capital a las particularidades regionales deben ser prioritarias para lograr un impacto significativo y sostenido.
Colombia necesita que todos sus connacionales estén más unidos que nunca, que compartan la visión a partir de las diferencias. Los resultados macroeconómicos aún son desafiantes, incluso si el crecimiento se duplicara a 3% para 2024 seguiría siendo mediocre para las necesidades del país. Es momento de pensar en Colombia, en realmente hacer un trabajo público-privado que se mantenga en el tiempo pensando en los colombianos, y que quitemos el freno de mano al crecimiento.