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Hay consenso sobre que hay que avanzar hacia la transición energética (TE), reducir las emisiones de gas carbónico y descontaminar el aire en nuestras grandes ciudades. No es tarea fácil, como tampoco será alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas para 2030 ni la neutralidad esperada para 2050, y la principal razón es que no depende de Colombia. Por mucho que aportemos, nuestra injerencia es de solo 0,6%, por lo que es importante plasmarle realismo puro al asunto y restar realismo mágico a las propuestas que se presentan.
La transición energética es urgente, aunque debe estar acompasada por una transición fiscal para sustituir los ingresos que se dejan de percibir, como lo mencionó el exministro Tomás González en el foro de AmCham Colombia sobre la sostenibilidad de la TE realizado la semana pasada.
Hablamos de realismo mágico cuando sugerimos apagar la principal fuente de ingresos del país sin contar con una matriz energética estable y de confianza que la sustituya. Nuestra matriz es limpia, sin embargo, el consumo está basado en los combustibles fósiles y aun no existen opciones confiables para el transporte, por ejemplo.
En el foro se presentaron visiones distintas que confluyen sobre los aspectos determinantes para el desarrollo económico de Colombia, como alcanzar la capacidad de producir energía de bajas emisiones, asegurar la disponibilidad del gas para la transición, la adopción oportuna, la adaptación de Colombia a los cambios que produce el cambio climático, al uso de las tecnologías bajas en carbono o al pleno financiamiento de las nuevas inversiones.
El exministro González señalaba también, por ejemplo, la necesidad de construir relaciones de confianza entre comunidades, gobierno y empresas para sacar adelante los proyectos con oportunidad asegurar la cobertura plena y asequible de energía y la transición productiva de los grupos vulnerables que pierden con la transición energética. Y advierte: para avanzar se debe electrificar la economía, multiplicar la eficiencia en el consumo y asegurar el gas.
La exministra María Fernanda Suárez anotó que los países que estamos en el trópico, que somos de ingreso medio o bajo, emitimos muy poco, pero nuestra infraestructura y situación geográfica nos hace mucho más vulnerables a la variabilidad climática. Entonces, debemos enfocarnos en cómo vamos a adaptarnos a los cambios, evitar que las carreteras no se destruyan cada vez que llueve demasiado, qué vamos a hacer para que la matriz eléctrica, que tiene una alta dependencia en hidrología y en lluvias, sea fuerte. En el análisis de la problemática energética Francisco Lloreda, presidente ejecutivo de la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP), anotó que “Colombia está en el lugar equivocado” porque 60% de nuestras emisiones proviene de la agricultura, la ganadería, la deforestación, la minería ilegal y el mal uso de la tierra. Apenas 12% de los gases se emiten fruto de la movilidad del transporte y menos de 5% por operaciones de la industria de petróleo y gas.
Es indiscutible que hay que avanzar en la transición, pero debe asumirse con responsabilidad, acorde con los ODS, contar con soluciones viables, sostenibles, garantizando el equilibrio social, medioambiental y económico. Para la TE de Colombia más que cambios drásticos necesitamos redireccionar los paradigmas y más que ecologismo radical precisamos pragmatismo y realismo.