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Los emprendimientos presentan muchos retos, no bastan la excelencia de producto y la pasión del fundador. Hay que bandearse con un flujo de caja limitado, resolver las complejidades de producción y control. Aun así, hablando con emprendedores, la gran barrera de entrada a una industria es recurrentemente la distribución. En particular en temas de moda los canales de venta son pocos, si son establecidos sus exigencias y condiciones no dan oportunidad al diseñador novato, o lo ponen a su merced. Si son pequeños formatos no hay garantías ni escalabilidad. Las ventas directas son la mayor fuente de ingreso, ya sea por voz a voz, ferias o a través de redes sociales que no ofrecen estabilidad ni generan una escala significativa.
Dentro de este marco de ideas he sido testigo de un fenómeno que estoy convencida ha sido realmente una plataforma para jóvenes diseñadores y ha dinamizado el mercado. Buró. La feria que comenzó hace cinco años con una curaduría impecable de talentos en categorías de ropa, accesorios, joyería, regalos y gastronomía ha ido creciendo poco a poco ganándose la fidelidad de clientes que la visitan religiosamente y convirtiéndose en la meta de nuevas marcas para llevar su producto a un público más amplio. Su más reciente edición, la 12ava, tuvo lugar en Unicentro y se estima fue visitada por 175.000 personas generando ventas de $18.000 millones en tan solo cinco días. Es una iniciativa que de verdad apoya el diseño colombiano con dinero contante y sonante.
Me sorprendió enterarme que abrieron hace pocos días una tienda de Buró en el duty free del aeropuerto El Dorado en Bogotá. Me parece una extensión lógica de la feria. Para Buró como negocio es un excelente aprovechamiento de la red de diseñadores con que cuentan, su conocimiento del mercado e incrementar los días de ventas a lo largo del año.
Es a la vez una apuesta arriesgada, pues han demostrado su fortaleza en montar y difundir un evento puntual y alquilar espacio. Ahora se están metiendo a gestionar ventas, vitrinismo y manejar inventarios de terceros. Desde el punto de vista de mercado ahora le están hablando a una clientela internacional, cumpliendo su propósito de llevar el diseño colombiano a una audiencia mundial y romper esquemas.
Discutí el tema con María Alejandra Silva, una de la dupla de fundadoras, madre e hija, quien me confesó que hace dos años están planeándolo, aunque han actuado por intuición, aprendiendo sobre la marcha y manteniendo el propósito de apoyar la corriente creativa que ha venido surgiendo en nuestro país. Celebro los excelentes resultados en el aeropuerto en las primeras semanas. Han logrado la misma convocatoria que en la ciudad con clientes de diversas nacionalidades que se sorprenden de la calidad del producto colombiano y se convierten en embajadores del mismo en sus países, lo cual las llena de orgullo. En cuanto a si este es el modelo de crecimiento para Buró se muestra prudente, lo ven como un primer paso del cual esperan tener el aprendizaje antes de replicarlo. No obstante, la gran sorpresa es que Buró va a tener una edición en Cartagena para enero del 2020, ya con las lecciones aprendidas en Bogotá.
El ejemplo de Buró nos muestra que sí hay mercado para productos propositivos e innovadores, lo que nos falta es sincronicidad entre el comercio y la creatividad. Los clientes están atraídos a nuevos formatos si están bien organizados, si son interesantes y diversos.