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Lo colombiano está de moda. En el exterior Colombia se ha convertido en sinónimo de creatividad y moda. Vemos diseños de nuestros coterráneos en redes y eventos de élite mundial incluyendo a Lady Gaga luciendo diseños de la caleña Johanna Ortiz. Pero el fenómeno va más allá de las élites de la moda. En la música y deportes han surgido personalidades colombianas como referentes mundiales más allá de su disciplina individual. De ahí que veamos a Maluma cantando en la pasarela de Dolce Gabbana, a James Rodríguez como imagen de Calvin Klein o a Radamel Falcao represetado en Los Simpson.
Los colombianos, a diferencia de los mexicanos por ejemplo, nunca hemos sido particularmente patriotas. Hasta hace unos años, el referente de calidad era “lo traje de Miami” o algún otro sitio preferiblemente en Estados Unidos o Europa sobre todo en cuanto a moda se refería. Hoy en cambio hay una clara búsqueda de los consumidores por prendas colombianas como factor diferenciador y sello personal.
Indudablemente esta tendencia es resultado de un duro trabajo y toma de conciencia de alejarnos de lo meramente artesanal o autóctono. La moda colombiana ya no es la artesanía del mercado de pulgas, su connotación ha evolucionado mucho más allá de los collares de chaquiras, las ruanas de lana y las mochilas. Nuestras artesanías siguen inspirando a muchos, pero son utilizadas y re-creadas en creaciones innovadoras trabajando con artesanos, pero presentando colecciones inesperadas, modernas y cosmopolitas. Igualmente, en la música nuestros artistas se han catapultado a nivel internacional al lograr fusionar lo folclórico con lo urbano.
La globalización ha conllevado de muchas maneras una homogeneización, a conseguir lo mismo en todos lados. Se vuelve entonces más imperiosa la necesidad de diferenciarse los unos de los otros. Dentro de un mundo tan conectado, el consumidor se vuelve un genio en mezclar prendas prácticas y que corresponden al “uniforme” del momento con piezas que lo destaquen y lo vuelvan reconocible. Muchas veces a través de marcas nuevas, pequeñas, que no hagan grandes cantidades de producción, que no tengan presencia internacional. Resultan siendo, por lo tanto, marcas cercanas a nuestro lugar de residencia.
La explicación reside también en cierta medida con el movimiento global del “buy local”, la preferencia por lo local, tanto en lo que comemos hasta lo que vestimos. Sobre todo, las generaciones más jóvenes tienen un deseo genuino de proteger al medio ambiente, y disminuir la contaminación que causa transportar productos de un lado a otro.
La confabulación de todos estos factores ha llevado a que la creatividad de Colombia esté siendo aclamada tanto a nivel nacional como internacional. Creo que es una oportunidad de oro para convertir la creatividad en un bastión de desarrollo nacional. Así como Estados Unidos es líder a nivel mundial por producir y exportar entretenimiento, Colombia podría convertirse en líder en creatividad.
La mezcla del sabor caribe con la exuberancia de la selva tropical, sumada al frío de los páramos con la opulencia de los virreyes españoles nos dieron una perspectiva única, diferente. Un punto de vista que vale la pena explorar y que el mundo quiere oír. Encontrar esa identidad, nuestra voz propia puede ser clave en prolongar esta moda. Para que, más allá de una moda efímera, el amor y la admiración por la creatividad colombiana se vuelva una constante en el imaginario nacional e internacional.