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Hace un par de semanas desde ProPacífico publicamos el Índice de Desarrollo Sostenible Municipal, que permite saber cómo va el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en los 1122 municipios de Colombia. Aunque esta iniciativa arrancó como un ejercicio interno para medir cómo iba el Valle del Cauca con esta agenda y ayudar a los mandatarios locales en la realización de sus planes de desarrollo, rápidamente nos dimos cuenta del potencial que tenía una herramienta como esta para el resto de los mandatarios y sobre todo para la ciudadanía.
Aunque para muchos los Objetivos de Desarrollo Sostenible son un asunto teórico que no es fácil de entender, lo claro es que es un propósito mundial que ha permitido que los diferentes países estén de acuerdo en lo que deben trabajar, pero sobre todo es una agenda que le pone indicadores y métricas a objetivos comunes como la educación de calidad, el fin de la pobreza y la reducción de las desigualdades.
El índice nos muestra que el Objetivo en el que más municipios de Colombia tienen niveles de cumplimientos altos es el de Salud y Bienestar. De los 1122 municipios del país, 820 se encuentran con dicho objetivo casi cumplido o con un rezago moderado. Por otra parte, es el Objetivo de Educación de Calidad el que tiene el mayor reto: 972 municipios del país tienen un nivel de rezago significativo o crítico.
Estos resultados en la calidad educativa nos deben preocupar a todos. Al Valle del Cauca, mi departamento, le va muy mal (nuestros 42 municipios se encuentran con rezago crítico o moderado), pero lo peor es que le va muy mal en un país al que le va muy mal. Basta con recordar que en las pruebas del programa internacional para la Evaluación de Estudiantes -Pisa tuvimos la peor calificación de los países de la Ocde.
Estos resultados no deben tener una lectura catastrófica, al contrario, deben llevar a que el debate de la educación de calidad esté en el centro de la agenda pública y servir como un llamado a la acción. La realidad es que tenemos una tarea inmensa que exige el esfuerzo y la acción inmediata de toda la comunidad educativa, en la que están maestros, estudiantes, padres de familia, directivos docentes y egresados.
Lo anterior, sumado a acciones decididas por parte del Gobierno Nacional, las administraciones departamentales y municipales, el sector privado y a cada uno de los ciudadanos. Un primer paso en el corto plazo es exigir que todos niños vuelvan a la presencialidad inmediatamente. Es inaceptable que tengamos todavía niños sin educación presencial.
La educación no es sólo un derecho fundamental de los niños, que, como nos han comprobado los hechos, no a todos les importa. Es una herramienta para el ejercicio efectivo de la ciudadanía y una forma de asegurar acceso efectivo al empleo. Además, la educación de calidad es un pilar de la competitividad incluso más importante que la infraestructura vial. Por esto, no nos podemos dar el lujo de seguir sacándole excusas a la educación de calidad en Colombia. Es momento de que este tema esté en el primer nivel de importancia del debate público, sobre todo ahora que vienen elecciones de Congreso y presidenciales.