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Analistas 15/03/2024

Motivar en el fracaso

María José Zuleta González
Profesora Inalde Business School
Maria-Jose-Zuleta

Recientemente, Harvard Business Review señaló la importancia de establecer metas claras, alinear los proyectos con las estrategias, realizar reuniones regulares, ser claros en los roles y reconocer los esfuerzos de todos para mantener la motivación frente a los momentos difíciles. Claro, hay una serie de “pasos” para liderar adecuadamente en todo momento un equipo de trabajo y sobre esto hay mucha literatura relativamente eficaz. Porque es relativa, surge una dificultad: por ejemplo, ¿cómo motivar a un equipo de un pequeño almacén de jardinería que visita a los clientes cuando solicitan una asesoría pero, a la vez, vende muy poco y es posible que deban cerrar? Cuando las cosas van muy bien, mantener la moral en alto es sencillo. Todo se complica cuando surgen las dificultades y debemos asumir el reto de combinar la motivación con la sinceridad y el reconocimiento con las decisiones difíciles.

Para motivar: sea sincero y cordial. Un fracaso debe tener nombre propio y hay que usarlo: “Nos está yendo muy mal y no se ve una recuperación en el corto plazo”. Frente a la claridad sincera podemos entonces pensar en alternativas, en invitar a los equipos a ser parte de ideas nuevas.

Sea oportuno y amable. Sea cauto y no se lance con afán a comunicar situaciones dolorosas o complejas. Hay que reconocer y enfrentar la situación. Comuníquela con una lista de tareas para el futuro que pueden conservarse, modificarse o suprimirse. Que nuestros equipos lo sepan es sustancial frente a la motivación.

Las personas mantenemos una actitud motivada frente a la esperanza y, sobre todo, frente a la sinceridad. Reconocer la tarea y el esfuerzo individual tiene que ver con el aplauso. Por ello, una victoria pequeña aplaudida tempranamente compromete y entusiasma. Asimismo, la certeza de que la información que recibimos es sincera compromete de una manera especialmente esforzada. Los objetivos comunes, los roles claros y las tareas adecuadas son el motor motivador cuando son absolutamente sinceros y las palabras pintan la realidad ajustada a la verdad y no al deseo.

Entonces, para mantener un nivel básico de motivación, cuando las cosas son difíciles y los fracasos cercanos, tengamos en cuenta algunos pasos sencillos y sobre todo sinceros: 1. Sea un jefe sincero siempre, que sus colaboradores tengan claro que si usted lo dice es porque es cierto. 2. No apresure la información, ordene las ideas y transmita tranquilidad y realidad. 3. No permita que sus emociones hablen por usted, nadie tiene “la culpa”; esté tranquilo antes de hablar con los demás. 4. Cuide sus gestos; el miedo es un tremendo desmotivador. No deje que su cuerpo sea amenazante, ni su voz intimidante. Trabaje en sus gestos y sus tonos cuando las cosas estén mal para que los domine cuando no lo estén tanto. 5. No se le ocurra gritar, nunca. Nada más desmotivador que un grito aunque todo lo demás sean halagos. 6. Es su identidad la que motiva. Los pasos de la motivación, si salen de su corazón, tendrán efecto y resonancia; si son apenas una serie de instrucciones bien seguidas, perderán el efecto.

Esfuércese por verbalizar la coherencia entre las tareas y la estrategia de la empresa, converse con todos frecuentemente, deje claro el rol de cada uno y festeje cada pequeño alcance; finalmente, deje ver su genuina alegría.

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