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Hay miles de razones y de motivos para querer cambiar de entorno, en particular, de empleo. Hace unos años no era corriente considerar la posibilidad de cambiar de lugar de trabajo. Las personas, en general, cuando llegaban a una organización se esforzaban por quedarse allí hasta el momento de retirarse de la vida laboral; las empresas hacían lo propio, seleccionaban personal para tiempos muy largos y no había mayores cambios.
Hoy la situación es otra. Hay quienes quieren cambiar de trabajo para aprender cosas nuevas entornos distintos. Algunos buscan otro empleo para renovar sus relaciones personales, los estilos y hasta las reglas y los modelos normativos. El impulso para cambiar de empleo es el aprendizaje, la formación, la ilusión de ver gente nueva y la posibilidad de afrontar retos diferentes.
Frente al cansancio, es importante saber qué nos mueve, esa es la única manera de elegir bien dónde queremos estar. Es latente el peligro de cambiar laboralmente y haber elegido mal: por ejemplo, multiplicar aquello que no queríamos o aumentar situaciones no deseadas. Por ello, la mejor manera de encontrar la respuesta al posible cambio de empleo está en una serie de preguntas que deberían responderse de manera sincera, crítica y rápida:
¿Estoy aburrido en este trabajo?
Aquí vale la pena reflexionar acerca del concepto de aburrimiento como ausencia de interés, dado que otras acepciones se refieren a la percepción personal sobre el tiempo o la actividad que realizamos. Entonces habría que pensar acerca del gusto y el interés por lo que hago y saber que si no hubiera interés no debería buscar “algo igual, pero en otra parte”.
¿Me choca la gente con la que trabajo?
Esta pregunta acude a las simpatías y a las antipatías. Algunas personas son inamovibles y, entonces, si me molesta trabajar con ellas, soy yo quien debe irse. Si son mis jefes los que cuestionan con su estilo mi permanencia en un trabajo determinado tendré que ponderar la relación entre el gusto por mi tarea, mi remuneración y mi futuro con el sentimiento que cargo por él o ella.
¿Necesito más independencia?
La respuesta a esta pregunta nos debe llevar a definir si es autonomía para trabajar, la independencia para decidir, si lo que nos gusta es la individualidad o si lo que queremos es ausencia de normas. Responder a esta pregunta nos orientará en el futuro laboral.
¿Cuándo saber que me debo ir?
Podemos hacer una lista de razones. Si coinciden tres o más, debemos buscar otro destino, en la medida de lo posible, por supuesto:
-Plan de carrera: Si existe un plan de carrera y vale la pena seguirlo, adelante.
-Simpatías del y con el jefe: Si hay simpatía elemental con los jefes, podría trabajar en crecer y aprender. Si no hay posibilidad, el crecimiento será incierto.
-Intereses: Vale la pena mirar si los intereses personales coinciden con las posibilidades laborales.
-La autoestima depende del trabajo: Es fundamental saber si mi identidad y autoestima están ligadas a mi cargo.
-Cambiaron los jefes: En los cambios de jefes se pone a prueba mi identidad y mi actitud hacia el cambio. No tenemos la obligación de trabajar con todo el mundo, en cualquier entorno.
-Salario: El salario es una motivación importante, no la única, pero pesa en las decisiones, naturalmente.
-Expectativas en la familia: Aunque es importante la satisfacción personal, el tener una mínima aprobación de la familia soporta mejor las decisiones
-Expectativas personales de aprendizaje y crecimiento: A veces explorando nuevas opciones encontraremos nuevas posibilidades de desarrollo laboral y también personal.
Unas veces la vida laboral es suficiente y satisfactoria y otras veces aparece el momento para explorar y avanzar.