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En una época prepandémica, si quisiéramos analizar los retos y ventajas del canal tradicional como eje del comercio y de la economía de cualquier país, hablaríamos de cómo la digitalización y la omnicanalidad abrían nuevas oportunidades. También se mencionarían las nuevas tendencias en formatos de comercialización y en la manera de atender al cliente. Sin embargo, hoy la realidad es otra y si bien esos aspectos siguen siendo parte importante de la discusión, se suma la necesidad de caminar aceleradamente por la senda de la reactivación económica para un actor fundamental dentro del canal tradicional: la tienda de barrio.
Actualmente, más de 700.000 pequeños comercios, según Fenalco, generan más de 1.700.000 empleos, siendo una representación significativa para el crecimiento económico en el territorio nacional. El rol que cumple este canal en la sociedad es fundamental, pues hace posible el abastecimiento de productos de la canasta familiar por medio de un mercado dinámico, vigente e irremplazable en el día a día de los hogares colombianos. Adicionalmente, continúa siendo clave para la captación de capital, distribución de productos locales, pero, sobre todo, sigue siendo el medio más cercano de cara al consumidor.
La pandemia repercutió en la oferta y la demanda de productos básicos, como los de la canasta familiar, obligando a las pequeñas, medianas y grandes empresas a replantear sus modelos de negocio. Desde las tiendas de barrio hasta las grandes superficies tuvieron que encontrar nuevas formas para mantener activos sus negocios, satisfacer las necesidades de los clientes y proyectar estrategias en un mundo que se volvió incierto de la noche a la mañana.
Este mes se celebra el Día del Tendero y sabemos que las tiendas han sido un canal fundamental en la generación de empleo como en el acceso económico a bienes de primera necesidad, por lo que precisan de encontrar caminos que garanticen su permanencia.
Es así como el acompañamiento integral a los tenderos y darles herramientas de formación se convierte en un “deber ser” por parte de las empresas que colaboramos con las tiendas como parte de nuestra estrategia comercial. Gestión de recursos, nuevos canales de comercialización y servicio al cliente, manejo de redes sociales, habilidades comerciales para orientar en la decisión de compra del cliente o incluso, la posibilidad de vender desde cualquier lugar, son algunos de los saberes que debemos transmitir a estas tiendas para hacer la reactivación una realidad.
Facilitar estas oportunidades permite seguir promoviendo desarrollo y competitividad. En la actualidad se han implementado programas de capacitación que permitan impulsar la formalización de los negocios, por ejemplo, el proyecto “La Tienda de Todos” que invita a los tenderos colombianos a impulsar su crecimiento personal y el de sus negocios por medio de módulos, capacitaciones y cursos que promueven el crecimiento del canal tradicional, una iniciativa liderada por PepsiCo en alianza con la Universidad Javeriana.
El compromiso va más allá y como sector empresarial tenemos la capacidad de explorar nuevas soluciones en función de las exigencias. El trabajo en equipo, la unión de esfuerzos y la agilidad de las grandes empresas para crear nuevas propuestas de valor permitirán seguir beneficiando a los pequeños empresarios. Es necesario seguir apostando al desarrollo y la innovación de las tiendas, indispensable para el progreso y el crecimiento económico del país.