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Y, sí, voy a hablar del Presidente y sus discursos inoportunos, con agendas individuales, que se describen mejor como monólogos egoístas, desconectados y, muchas veces, insensibles y sordos. Relatos de otro planeta: alusiones intergalácticas hablando de etnias exoplanetarias, revoluciones universales, el virus de la vida que se esparce por el cosmos. Líneas tan llenas de prosa, poesía, filosofía, e ideología malqueriente, como vacías. Arengas que nos ponen a pensar a todos, pero que cada vez les llegan a menos.
Y aquí tengo que rescatar parte del valioso y justo reclamo que le hizo el representante Jorge Méndez al mandatario. En cinco minutos de una intervención en el Capitolio, el congresista recogió la frustración de miles tras el discurso disperso y gaseoso de Petro en una visita al archipiélago. Con decepción, el representante se preguntó, “¿qué clase de líder tenemos?”, después enumeró los temas sobre los que habló el Jefe de Estado, más de 50 según sus cuentas: “los estudios de un exalcalde de Bogotá, esclavos y esclavistas, Emiliano Zapata, Simón Bolívar, Santander, la negra Tomasa, la España fascista, Franco, la ignorancia del pueblo europeo, petróleo y la muerte que éste genera, capitalismo y los huracanes que causa, Palestina, Mozart, la Biblia, Marx, las facultades de economía en Colombia, los negros, la guerra civil en Estados Unidos, el espíritu humano, los chips, las computadoras Chinas, el silicio, Hitler, los árabes, racionamiento de gas, la gran prensa y la prensa silenciosa, Germán Vargas Lleras, el exministro Cárdenas, los ricos de Colombia, la compra de congresistas pero en el gobierno de Andrés Pastrana, la compra de votos, la rebelión como derecho, el cambio climático” y un largo etcétera (…) “PERO LO MÁS GRAVE ES QUE NO HABLÓ DE LOS COMPROMISOS QUE ESTABA ESPERANDO EL PUEBLO DE SAN ANDRÉS DEL GOBIERNO DEL CAMBIO”, concluyó Méndez.
Y sí, así funciona la construcción discursiva del mandatario: habla de los temas que le convienen o desvía hábilmente la atención de los que no le convienen. Impertinente, alejado de la realidad y desconectado de los verdaderos problemas del país.
Y no es la primera vez que lo hace. Cuando en Chocó el Presidente posesionó a la Defensora del Pueblo, poco o nada hablo de Chocó o de una mujer llegando a un cargo de poder tan importante. En cambio, parafraseó al Quijote, se refirió a las periodistas como mujeres de la mafia y le reclamó al presidente de la Corte Suprema por ser un “negro conservador”. En su último discurso en la ONU, el Presidente habló de Estados Unidos, de Israel, de Palestina, de Venezuela de la unión suramericana, pero nunca mencionó a Colombia. Y cómo olvidar que cuando estábamos en pleno paro camionero, con medio país bloqueado, Petro acudió a una alocución para hablar de chuzadas y el software Pegasus.
Es hora de preguntar: ¿para cuándo los discursos que asumen responsabilidades y plantean soluciones? ¿Cuándo nos ocupamos de las tomas guerrilleras, los paros armados, los policías asesinados, los niños reclutados, abusados y ahora fusilados y enterrados en fosas comunes? ¿Cuándo una autocrítica por los escándalos de corrupción? ¿En qué momento un mea culpa por los funcionarios vinculados a estos procesos? ¿Para cuándo un discurso de aterrizado en esta realidad y no volando en un universo metafórico?