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Analistas 28/08/2024

La improvisación por norma

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

No es que el arte de gobernar sea como tal un ejercicio refinado de planificación y ejecución literal de un proyecto político, sin margen de error y donde se mide cada consecuencia y se calcula cada efecto. Pero es que en Colombia nos fuimos al otro extremo: gobernar es casi que por norma un vaivén de antojos personales, atención a los caprichos de una persona, percepciones individuales, subjetividad ideológica y total improvisación.

Pasó con la salud, donde el Presidente, empecinado con desmontar el modelo y las EPS, se encargó de quitar cartas en medio del enorme castillo de naipes y el sistema empezó a desmoronarse. No importó cuántas vidas se llevó por delante, lo importante fue y sigue siendo demostrar su teoría de que el modelo no funciona.

Hoy hay escasez de medicamentos, IPS al borde de la quiebra, sistemas regionales de atención a punto de colapsar, y EPS intervenidas o levantando la mano pidiendo la liquidación.

Improvisación es lo que ha habido en el tema de los pasaportes. Una novela con tantos capítulos de adjudicación, revocación, nueva licitación, prórroga y funcionarios suspendidos, inhabilitados y declarados insubsistentes, que ya nos perdimos.

La única realidad es que el 2 de octubre termina el contrato con Thomas Greg & Sons y el Estado aún no tiene claro cómo, quién, ni mediante qué proceso de adjudicación un nuevo contratista empezará a imprimir estos documentos migratorios y de seguridad.

En su momento, el Gobierno sugirió irregularidades en la licitación pues Thomas Greg era la única empresa que prácticamente cumplía con los requisitos y condiciones para asumir la tarea. Pero, entonces, ¿pasamos de una licitación frenada y que no se adjudica porque había un único oferente, a la salomónica fórmula de entregar el contrato a dedo a una empresa sin experiencia y con la maravillosa, por no decir peligrosa, novedad de permitir la intervención de un gobierno extranjero? Es decir, se frena un proceso contractual por un capricho individual, y luego se toman decisiones arbitrarias, confusas y llenas de incertidumbre que traen efectos judiciales, pero no costos políticos… Ahh, porque de eso también se trata todo esto, nadie asume responsabilidades.

Todavía no resolvemos ese problema y aterrizamos en uno nuevo: la escasez de combustible que puso en jaque la operación aérea en el país. Es cierto, ya se resolvió, pero si no hubiera sido por las múltiples alertas que emitieron aerolíneas, distribuidores y comercializadores hubiera pasado lo que está pasando con muchas otras cosas en el país: las normalizamos y nos acostumbramos a vivir con ellas.

Ejemplos de improvisación se cuentan por decenas pero no me caben en estas líneas: el ajuste repentino al presupuesto que congeló abruptamente giros a entidades; la terminación del contrato para recuperar el hospital San Juan de Dios; el cambio de modelo de salud para maestros; es que hasta los carrotanques para llevar agua a La Guajira entran en esta larga lista.

Sí, la improvisación se ha vuelto norma y con un elemento que empeora el desgobierno: contrario a sacar la cabeza, levantar la mano, asumir y corregir, la solución ha sido señalar a contradictores políticos, medios de comunicación y empresas privadas para justificar las falencias propias y alimentar la desgastada teoría del golpe blando.

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