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“La EMC del Cauca y el Valle vuelven a hacer lo que saben hacer: Matar gente humilde del pueblo. Su camino: la codicia para lo cual no les importa la destrucción de las comunidades. El EMC es una fuerza hostil al pueblo” así, muy acertadamente, calificaba las acciones de las disidencias un posicionado tuitero en su cuenta de X hace apenas una semana. En enero otro popular “líder de opinión” con más de 300.000 seguidores decía: “La presencia armada de hombres uniformados de las disidencias de las Farc (EMC) en Cumbitara, Nariño, es un hecho grave que cuestiona seriamente el cese al fuego recientemente prorrogado con esa organización ilegal”. La radiografía perfecta de unos muy precisos analistas en redes sociales. El problema es precisamente ese: que no se trata de unos simples personajes que se lucen con sus apreciaciones sobre la realidad del conflicto. Estos, señores lectores, corresponden a mensajes del Presidente de República y el Ministro de Defensa. Sí, parece que hablaran de los problemas como si lo que les correspondiera fuese hacer una radiografía del conflicto y no tomar decisiones; como si no fuera función suya evitar que todo esto pase.
Parece que la estrategia es ser elocuentes en redes y silenciar la confrontación armada pese a que ellos mismos reconocen que las disidencias no tienen voluntad. Del otro lado, sí suben el tono: las disidencias, junto con otros grupos armados ilegales, han aprovechado la inacción para reorganizarse y expandir su influencia. Los informes indican un aumento en las actividades delictivas, incluyendo extorsiones, secuestros, y control de rutas de narcotráfico. Este resurgimiento no solo afecta la seguridad nacional, sino que también tiene graves consecuencias para las comunidades locales, quienes son las principales víctimas de la violencia y el terror impuesto por estos grupos. Según cifras de la Defensoría del Pueblo los grupos armados han tenido un resurgimiento en los últimos dos años: Clan del Golfo 84% haciendo presencia en 392 municipios; ELN 56% con presencia en 232 municipios. Disidencias de las Farc 141% haciendo presencia en 299 municipios.
Esta situación de seguridad requiere que el Presidente y el Ministro de Defensa trasciendan su rol de opinadores para convertirse en auténticos líderes y jefes de la Fuerza Pública. La actual estrategia de análisis y discursos no tiene ningún efecto en frenar el fortalecimiento de los grupos terroristas.
Hay que pasar de las palabras a los hechos.
Esto implica no solo diseñar estrategias coherentes y efectivas, sino también coordinar y liderar las acciones de las fuerzas de seguridad para garantizar su implementación. Todos los involucrados deben asumir plenamente la responsabilidad de su papel como máximos responsables de la seguridad nacional, garantizando una respuesta integral y sostenida que incluya operaciones militares y policiales contundentes, así como medidas preventivas y sociales que aborden las causas subyacentes del conflicto.
Finalmente, y quizá más importante, es esencial establecer canales efectivos de comunicación y cooperación con las autoridades en territorios.
El detrás de cámaras de todo esto son unos gobernadores y alcaldes desesperados porque sus territorios están agobiados con el conflicto y en la Casa de Nariño nadie les contesta ni una llamada.