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Este es un llamado a la sensatez, al respeto y a la dignidad. Ya habíamos sacado cuentas y concluíamos que entre quienes salen y quienes entran, el Congreso va a terminar con un saldo en rojo. Hoy les voy a hablar de los repitentes, de los que han decidido presentarse de nuevo, pero que deberían dar un paso al costado, del cinismo puesto de nuevo en un tarjetón, de la bofetada al compromiso de que las víctimas serían el centro del acuerdo. Les vengo a hablar de los Senadores y Representantes del partido Comunes que aspiran a seguir en el Congreso.
Es cierto que legalmente nada les impide volver a lanzarse, pero hacerlo significa aprovecharse con descaro del vacío jurídico que quedó tras el acuerdo, sacar tajada de la lentitud de la JEP en el avance de los procesos y burlarse de la decisión de millones de apostarle a la paz al costo de una gran dosis de impunidad sin imaginar que la impunidad sería la reina.
Todos ellos son excombatientes de la guerrilla de las Farc, la mayoría integraron el Comando Central, todos vinculados a procesos en la JEP y todos responsables de delitos de lesa humanidad. La Justicia Especial para La Paz, que en este momento tiene abiertos siete macroprocesos, estaría cerca de emitir una sanción sobre el caso de secuestro. El fallo estaría previsto inicialmente para febrero, aunque ya están haciendo cuentas de que podría dilatarse varias semanas mientras se define la apelación que instauraron las ex Farc por el cargo de esclavitud.
Es decir, en el mejor de los casos, el fallo saldría pocos días antes del 13 de febrero que es el último plazo para modificar las listas de candidatos al Congreso; y aunque caería como una bomba en medio del proceso electoral, peor sería que la decisión se conozca después. Aunque en este país, donde lo insólito se ha normalizado, es altamente probable que el fallo de la JEP se conozca después de marzo cuando ya hayan sido elegidos los congresistas. Es más, sin ningún asomo de vergüenza, la decisión podría darse en julio cuando ya se hayan posesionado Senadores y Representantes.
Aunque nadie sabe cómo serían las sanciones, y si éstas les permitirían seguir cumpliendo su función legislativa, sí sería un desacierto total que ellos mantengan su curul en el Congreso tratando de compartir el tiempo entre ejercer la política y reparar a las víctimas; porque se supone que de eso se tratan las sanciones: de penas restaurativas y reparadoras para las víctimas.
Sería una bofetada a su dignidad que los exguerrilleros cumplan los fines de semana sus sanciones, mientras de lunes a viernes van a bordo de camionetas blindadas, escoltas y asesores a trabajar en el Capitolio.
El partido igual mantendrá su representación, serán las mismas 10 curules si sacan 500.000 o cero votos, aunque mucho me temo que su caudal electoral en esta oportunidad será intensamente inferior al de 2018 cuando sacaron 53.000 votos. Es la oportunidad para hacer un gesto de verdadera paz, dejar al lado la soberbia y la ambición y decidir no lanzarse directamente al Congreso, al fin de cuentas siempre podrán poner sus aspiraciones en cuerpo ajeno.
Por respeto a las víctimas todos los que fueron exguerrilleros, y sobre todo los que pertenecieron al Estado Mayor Central de las Farc, deberían dar un paso al costado y renunciar a ver sus caras en el tarjetón de 2022.