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Analistas 18/09/2024

¿Otra tributaria?

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

No soy economista o experta en temas fiscales, tampoco una erudita en macroeconomía; apenas entiendo conceptos generales de regla fiscal y, les confieso, me enredo cuando trato de aterrizar lo de la política monetaria, el ciclo económico o incluso algo más simple como el PIB. No tengo claridad de cuantos impuestos pago en el día a día o lo que se puede deducir; me enredo entre IVA, ICA, reteICA, impoconsumo, renta, retención, parafiscales, ganancia ocasional, sobretasa, a muchos también les tocará rodamiento, predial y valorización… es mucho para hacer cuentas, así que para restar cargas nunca hago mi propia declaración, le pago a un contador y pago lo que me diga y sin chistar, nadie quiere tener a la Dian en la puerta de su casa. Sí, soy como muchos que me leen, una persona normal que no entiende la minucia del régimen fiscal en nuestro país, pero con la propiedad y la autoridad que me da el pagar impuestos para decir que la nueva reforma tributaria es una arbitrariedad. Y no es que me niegue a pagar impuestos, pero, ¿dónde están los que ya pagamos? ¿Dónde están las vías en buen estado o las autopistas que conectan a “la Colombia profunda”? ¿Dónde está la seguridad y el control al crimen organizado? ¿En qué va lo de la educación pública de calidad? ¿Dónde están las obras de mitigación y prevención para la ola invernal o el fenómeno de El Niño? ¿Dónde están la reformulación de políticas de cultura ciudadana? ¿Dónde está la asistencia integral para los estratos cero, uno y dos? ¿Dónde están las oportunidades para los jóvenes? ¿Dónde está la atención digna para el adulto mayor? Me niego a más impuestos que entren al bolsillo de un Estado ineficiente, que derrocha, que no ejecuta y que pretende remendar los errores de sus propias cuentas haciéndole huecos a las nuestras.

No es cierto que esta reforma sea progresiva, que no toque a la clase media o que se le impongan cargas “solo a los 4.000 más ricos del país” y acá les traigo ejemplos puntuales. Vestido de un impuesto verde, la reforma, por derecha, incrementa el valor de la gasolina y el Acpm. Y no son solo los combustibles tradicionales: Andeg advirtió que esa carga tributaria al carbono también generará un alza de precios en la generación de energía que se verá reflejada inevitablemente en la factura de luz.

Este es otro de los cambios perversos: aunque nos dicen que la reforma solo sube impuestos a las grandes compañías, en el fondo elimina el régimen simple, aumenta la carga y trámites a los micro y pequeños empresarios y desincentiva la formalización y la inclusión financiera.

Otro de los artículos elimina la posibilidad de que, por ejemplo, una pareja pueda hacer deducciones por un hijo dependiente. Aunque ambos sean los responsables de la manutención solo uno, padre o madre, podrá tener el beneficio tributario.

Así que no, no a otra tributaria que nos quieren vestir de reforma social y que solo sirve de base al derroche en el gobierno central, que no se impone metas de austeridad o ejecución, que trata de remendar el error de un presupuesto desfinanciado para 2025 y que no hace un mea culpa frente a los caóticos cálculos de 2024. No a un proyecto que no impulsa la inversión ni la creación de empleo y en cambio aumenta la inseguridad jurídica y la desconfianza.

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