MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
2023 ¿Año nuevo, vida nueva? ¿Borrón y cuenta nueva? ¿Lo qué pasó en 2022, se queda en 2022? No más. Esa programación mental les ha permitido a muchos reencaucharase y enterrar escándalos. Tampoco es difícil en un país de memoria corta y en el que el exceso de resiliencia nos hace cambiar rápido de página. Por eso, en esta primera columna del año he decidido hacer eso a lo que nos negamos: traer lo malo del 2022 al 2023; 10 episodios de corrupción, vergonzosos y hasta ridículos que merecen, sino una sanción judicial, sí al menos un escarmiento social.
Es increíble que por cuenta de nuestra desmemoria nefastos personajes como Alex Flórez puedan seguir campantes. Al margen de la política local, lo primero que supe de él fue el misógino episodio que protagonizó en campaña cuando agredió a la entonces candidata Susana Boreal y de un codazo la obligó a bajar de la tarima. Cuando quise saber más de él encontré una larga lista en su haber: pérdida de investidura, denuncia por golpear a su expareja tras supuestamente negarse a abortar y varios accidentes en vehículos oficiales, presumiblemente en estado de alicoramiento, los antecedentes perfectos para el escándalo sexual al que meses después le dio vida en Cartagena.
La otra píldora de la memoria viene en sillas ergonómicas de $17 millones y televisores de $43 millones, con un contrato de Emcali que finalmente no se celebró y con lo que todo el escándalo se degradó vulgarmente en una metida de pata.
Los siguientes dos episodios son cortesía del Inpec, literalmente un nido de corrupción, que permitió la fuga de alias Matamba y coordinó y concretó el paseo a sus anchas por Bogotá de Carlos Mattos.
Políticamente también deben trascender los Petrovideos. Esa forma sucia de hacer campaña y correr la línea ética no debería repetirse, aunque mucho me temo que ya está en marcha para las elecciones de 2023, más cuando Sebastián Guanumen, la cara de esa frase lapidaria, lejos del retiro, hoy tiene un cargo diplomático.
De las elecciones tampoco podemos hacerle borrón a eso de quemar candidatos, en lo que se especializó la senadora Isabel Zuleta, ni a la burla que significó para millones de ciudadanos la candidatura de Rodolfo Hernández, el ingeniero que se tomó su candidatura como un juego y luego asumió la curul como un simple pase para ganar tiempo en el proceso de Vitalogic, cuyo juicio empezaba el 21 de julio.
Paso por el escándalo de las “Marionetas” y no por el papel de Mario Castaño, sino por el silencio y desprecio del Partido Liberal ante el hecho, que tanto que lo mantuvo en la lista al Congreso con el único fin de arrastrar votos sin importar el precio.
El que viene no es un hecho de corrupción, pero sí un exceso de arrogancia, soberbia y vanidad con un tanto de candidez e ingenuidad. Se trata de los “convenios” firmados entre la alcaldía de Manizales y el estado de Liberland, un acuerdo digno de la tierra de Narnia.
Y para cerrar esta lista de hechos voy más atrás citando escándalos de otros años en los que poco o nada ha pasado: Odebrecht, Centros Poblados, Saludcoop, Cartel de la Toga. Pastillitas para que nuestra memoria no sea magnífica en el ejercicio de olvidar. No hay historia que valga la pena sin pasado, ni futuro cuando se purifican villanos en la inadvertencia que los reedita como héroes.