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En una carta melancólica, con reflexiones inciertas, sin caminos concretos y cargada de frases cliché remendadas tímidamente y sin vocación, Edmundo González explicó sus razones para viajar a España. Un “comunicado a la opinión pública” donde ni siquiera firma como Presidente Electo, donde no menciona las votaciones del 28 de julio, ni exige el respeto a la decisión de millones, donde su omisión en señalar la dictadura de Maduro y su tibieza para referirse a la represión y a la persecución se parecen más al miedo. Un documento triste, de alguien amilanado y acorralado. Una carta carente de todo lo que necesita Venezuela en este momento: carácter y combatividad.
Sí, la carta del ganador de las elecciones, pero de quien parece se siente perdedor ¿Es en la práctica una renuncia? ¿Se rindió? ¿Cede ante la presión de Maduro y acepta que se quede en el poder?
Legalmente, y lo saben todos, Edmundo González es el presidente electo, pero si él mismo no se reconoce así, poco le queda al mundo para reclamar un cambio en el poder. De hecho, su salida del país ha sido fácilmente aprovechada por los adeptos al régimen: “¿qué presidente electo con más de seis millones de votos, casi que triplicando a su contendor, sale huyendo?”, eso se lee en los comentarios más benévolos. Es que hasta Nicolás Maduro dijo que “respetaba” la decisión de González y le deseó “que le vaya bien en su camino y en su nueva vida” ¡Vaya burla!
Irse de Venezuela y pedir asilo en un país europeo, no debería ser la repuesta para todos los ciudadanos que salieron a votar masivamente apuntando a que la esperanza vencería el terror ¿Cómo decirle a un joven o a una madre o a un anciano que se levante sin temores a marchar, a luchar por sus derechos, que enfrente el asedio político y militar si el llamado a liderar utilizó la visibilidad política a para hacerse a un asilo? ¿Cuán defraudados se deben sentir hoy miles de venezolanos? Cuando más se necesitaba mantener la llama encendida Edmundo González con su decisión contribuyó a apagarla.
¿Fue, quizá, otro error de la oposición que eligió un candidato para ganar las elecciones pero no para pelear por el poder? Porque lo del 28 de julio fue muy importante, tal vez lo más importante que ha pasado en años en Venezuela, pero de nada sirve si quien resulta electo no reclama el triunfo, que no es solo suyo, sino del país.
Y claro, ojalá me equivoque en lo que digo. Me aliviaría descubrir mas adelante que todo es parte de una discreta estrategia de la oposición en su camino a recuperar el poder, sin embargo hasta el momento no hay señales de eso. Incluso, en lo que parece una larga lista de decisiones inexplicables, también entra a contar, el por qué ir a España. Si bien allí está asentada la base de la oposición en el exilio, el gobierno de Pedro Sánchez es de los pocos que aún no reconoce el triunfo de Edmundo González. Viajar a España no parece un asilo transitorio mientras asume el poder, más bien un refugio permanente para cederlo.
Le queda poco a Venezuela, solo lo que siempre ha tenido: a María Corina Machado, la recia, la valiente, la que se traga sus miedos, la que se queda para combatir, la que dice irá hasta el final, aunque le cueste su propia vida. Eso sí, se queda prácticamente sola, peleando contra el lobo y en la boca de la bestia.