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En el Renacimiento, el hombre logró liberarse de siglos de marginación del conocimiento y darle valor a su razón, a partir del surgimiento del humanismo. Hoy, varios siglos después, la humanidad se enfrenta a otro tipo de marginación, aquella que está generando la expansión de las tecnologías digitales al estar presente en todas las industrias y expandiéndose cada vez más rápido, influyendo en la mayoría de las interacciones cotidianas del humano.
La gran mayoría de personas desconocen que los datos que suministran día a día por su interacción en Internet alimentan los algoritmos de inteligencia artificial, luego éstos cuentan con más información para hacer predicciones y generar tendencias que inciden en el humano y en su relacionamiento con el entorno. Los datos proporcionados a la inteligencia artificial llevan a que muchas veces ésta tome decisiones por los humanos, influyendo significativamente en su interacción con el sistema financiero, el de salud, el comercial, entre otros.
Algunos estudios demuestran que las personas con menor nivel educativo dedican una gran parte de su tiempo en Internet a consultar las redes sociales y a realizar otras actividades improductivas que pueden sesgar su comportamiento, en cambio, las de mayor nivel educativo lo utilizan para aprender, relacionarse con personas clave para su crecimiento personal y profesional y buscar mejores oportunidades económicas. Lo anterior, demuestra que la tecnología no es mala, lo malo es el inadecuado uso que algunas personas le dan, desaprovechándola para potenciarse y avanzar en su propio desarrollo.
Para ello, es necesario avanzar hacia un nuevo humanismo, el humanismo digital como corriente de pensamiento, que ubica al ser humano en el centro de cualquier avance tecnológico y a la vez, impulsa su conocimiento frente a las oportunidades y complejidades de la tecnología y su entrenamiento para aprovecharla, como lo resalta el Manifiesto de Viena de 2019.
Es entonces urgente que se formen humanistas digitales desde casa, en los colegios y universidades, fortaleciendo sus principios éticos y exponiéndolos a debates éticos morales que tendrán que enfrentar en un mundo digital, a la vez que se priorice el pensamiento crítico, el debate, el respeto por el otro, la convivencia, la creatividad, la innovación y la resolución de problemas. Para ello, en las instituciones de educación superior es pertinente generar una transición del currículo hacia el desarrollo de competencias, incluyendo como una de ellas, el humanismo digital, el cual debe plantearse no sólo transversalmente sino también disciplinariamente, formando profesionales conscientes del poder de la tecnología en sus campos de trabajo y la manera en que ésta puede colaborar a potenciar el desarrollo humano.
A esta conquista se está aportando desde el Observatorio de Humanismo Digital y los Foros de Humanismo Digital creados por la Fundación Universitaria del Área Andina en Colombia, investigando y analizando las diferentes maneras en que los humanos deben convivir con la tecnología y aprovecharla para lograr el cierre de brechas socioeconómicas y la sostenibilidad del planeta.