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Michel Olmi es un empresario reservado, como buen matemático, pero con un éxito visible en cada esquina de Colombia. Hace un poco más de una década, en una época donde el mercado de retail estaba completamente saturado en Colombia, Michel vio la oportunidad de revolucionar el mercado con un propósito claro: tener la cadena de valor más eficiente del país para trasladarle esa ganancia a los colombianos en productos de comida mucho más baratos. Así nació D1.
En esa misión de masificar el acceso de alimentos baratos ya había incursionado mucha gente. Políticos con programas de subsidios a los alimentos; abogados, invocando el derecho a la alimentación, e incluso Cajas de Compensación, con recursos que le garantiza el Estado de los salarios de los trabajadores, y se metieron con los supermercados sin ánimo de lucro. Ninguna de esas estrategias probó ser sostenible o deseable para la gran mayoría de la población.
En 2009, sin embargo, llegó la primera tienda D1 a Medellín. La apuesta era clara: el modelo de negocio va a reducir la cantidad de veces que saca margen de ganancia en la cadena, va a negociar en masa y va a utilizar la innovación para reducir tiempos de espera. El efecto Michelle Olmi había nacido en Colombia.
Me cuenta un amigo que en Quibdó la historia fue particularmente trascendente. En una zona donde abunda el trabajo informal y los bajos salarios, un ahorro de 40% o 50% en productos de aseo y alimentación le mejora mucho la vida a la gente: eso significa tener mejor alimento, acceder a mejores servicios o poder apoyar a familiares.
El efecto Olmi no solo beneficia a las personas del municipio, sino a su alrededor. Un sábado cualquiera se pueden ver buses llegando al D1 de Quibdó del corregimiento Tutunendo para que decenas de campesinos puedan aprovechar los precios bajos del supermercado. Como diría Roberto Angulo (o Amartya Sen, para ir un poco más lejos), la inclusión en los mercados es la base del desarrollo. Y la amplia proliferación de los D1 sí que lo ha logrado.
Lo bueno es que estas historias no son solo simples percepciones de territorios remotos aislados del resto del mundo. De hecho, Jean-Marc François, uno de los referentes internacionales más respetados en la industria, señaló en 2019 que D1 y Justo & Bueno, las dos compañías fundadas por Michelle Olmi, son las marcas de retail más importantes de la última década. Un par de años después, con una magnífica historia de por medio, Jean-Marc se volvió el CEO de Justo & Bueno.
Justo & Bueno es hoy quién lidera las banderas del efecto Olmi en Colombia. Iniciaron hace poco, pero ya son la cadena de tiendas hard discount de mayor crecimiento en el continente, están democratizando el consumo de productos de calidad a precios bajos e incluyendo cada vez más personas en los mercados y en la prosperidad que trae la libertad de empresa.
Desde los lugares más remotos, las esquinas más olvidadas, los barrios más difíciles. Desde el Amazonas hasta la Guajira, desde el boom económico hasta la pandemia, el empresariado alrededor de las tiendas de hard discount ha traído prosperidad para todos los clientes, proveedores y gobiernos que lo rodean.