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Bavaria nació en 1889 y fue fundada en 1891, es decir, el día que nació mi bisabuelo esta empresa ya llevaba años vendiendo cerveza por Colombia.
El contexto es importante, porque la cerveza existe prácticamente desde el nacimiento de la agricultura. Su historia empieza por Mesopotamia en el sexto milenio antes de nuestra era, pasando por Egipto, que se fabricaba cerca al Nilo y era la bebida nacional. También pasó por los babilonios que la usaban en el pago de salarios y le tenían diosa propia, y por supuesto por la época de la colonia en Colombia. La civilización siempre ha convivido con la cerveza, pero solamente la producción industrial de la empresa privada nos permitió tener acceso a ella a un precio mucho más bajo.
Las crónicas de la época no fueron escritas por economistas, claro está. Varias de ellas mencionan como los colombianos pasamos del guarapo y la chicha - y todos problemas de salud que traían por falta de higiene - a la cerveza producida por los alemanes. Las crónicas narran con nostalgia el costo financiero que implicaba para las familias colombianas gastar dinero de algo que antes hacían ellos mismos, señalando vehemente lo que se veía. Los cronistas, sin embargo, omitieron aquello que no se veía: el mayor tiempo libre, la mejor salud y la mayor conveniencia de la cerveza que llevaron a los colombianos a apreciar (subjetivamente, claro está) el trabajo de la cervecera.
Un error parecido se ve hoy con la industria del cuidado, donde las mujeres hacen muchísimo trabajo valioso y no remunerado. Tanto entonces como ahora, el simple el análisis financiero no basta para un buen análisis económico. Pero volvamos.
Bavaria fue fundada por un par de empresarios alemanes que llegaron por Socorro, Santander y posteriormente se ubicaron en el Barrio San Diego en Bogotá, donde actualmente se ubica el Parque Central Bavaria. Esta empresa fue una de las primeras en realmente vender cerveza industrial en Colombia, unos 20 años antes de la fundación de la Cervecería Antioqueña (la creadora de Pilsen) y unos 30 años antes que La Colombiana de Cervezas de Manizales (la creadora de Póker).
A unas décadas de su existencia, en 1911, Bavaria sacó La Pola, una cerveza que honraba a Policarpa Salavarrieta en la celebración del primer centenario de independencia. Y sí, claro, por esto es que hoy los colombianos le decimos “pola” a la cerveza. Unos años después, Bavaria construyó el barrio La Perseverancia para el bienestar de sus trabajadores, en 1914 ya estaba allí la Plaza del Trabajo, no es difícil imaginarse por qué.
Un par de décadas después, en los 80s, Bavaria crearía el programa de jóvenes por empleo, donde llevaban los ejecutivos a las universidades a conferencias a los estudiantes y a entrevistas en el mismo sitio, estrechando las cadenas de valor entre empresa y universidad. O, como decíamos en una anterior columna, incluyendo a los jóvenes a los mercados que permiten el desarrollo.
Las historias de los pensionados, trabajadores y consumidores de Bavaria suelen hablar por sí solas. Los más excéntricos, sin exagerar, le rezan a la tumba del fundador Leo Kopp en el Cementerio Central de Bogotá. Otros como yo, menos devotos de santos en tierra, les agradecemos porque fueron empresarios exitosos con sus negocios, claro, pero también generosos y comprometidos con el desarrollo. Como debe ser.