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Tras los últimos comicios electorales que vivió Colombia, la tarea recae en la necesidad de unir un país inmerso en un momento de completa incertidumbre. Mientras el país se prepara para la toma de posesión del Presidente electo Iván Duque el próximo 7 de agosto, la nueva administración se dispone a enfrentar una serie de desafíos enmarcados en los niveles: local, nacional, regional e incluso global. No obstante, detrás de cada reto se vislumbran grandes oportunidades para avanzar y posicionarse como país líder no solo en su contexto interno, sino en el escenario global.
Viendo a Colombia hoy, es mucho lo que se puede esperar. La democracia colombiana es vibrante, es diversa y prueba de ello es la amplia gama de candidatos políticos que compitieron por la presidencia en la pasada contienda electoral. Por otro lado, en agosto la transición pacífica del poder por parte del presidente Juan Manuel Santos al presidente electo Iván Duque será muestra de la capacidad de resiliencia de la democracia de este país. El progreso alcanzado en Colombia ratifica el compromiso de los sectores público y privado con garantizar un gobierno desde el cual su gente se sienta verdaderamente representada.
Hoy, los colombianos son conscientes de la responsabilidad que sobre sus hombros recae a la hora de elegir sus gobernantes. Los índices de participación electoral de las pasadas elecciones simbolizan uno de los más altos de la historia nacional, destacando así el compromiso de los colombianos con su futuro, pues más de 50% de la población en capacidad de elegir participó en la pasada contienda electoral. Ello deberá otorgarle a los funcionarios electos una voluntad política mayor procedente de la ciudadanía para llevar a cabo el cumplimiento de nuevas y mejores políticas.
Los avances en temas de paz y prosperidad han sido significativos. La economía colombiana continúa recuperándose tras vivir una época de recesión; el acceso a los servicios de salud y educación ha mejorado considerablemente, sin contar con el hecho de que la tasa de homicidios del país es la más baja de los últimos 40 años, un logro importante para la Nación.
El ritmo y el carácter que imprime la transformación que cursa Colombia son también muy profundos e inspiradores. Sin embargo, y a pesar de ser la democracia más fuerte de la región, Colombia tiene el deber de enfrentar ciertos desafíos si quiere avanzar con éxito.
Las preocupaciones que recaen sobre la crisis que enfrenta Venezuela han provocado ambientes de inseguridad dentro de Colombia, ya que durante los últimos años, cientos de miles de venezolanos han inundado la frontera producto de la crisis humanitaria. Es menester resolver las dificultades en sus dimensiones política y humanitaria, propendiendo por encontrar una solución sostenible. Me pregunto entonces, ¿la próxima gran crisis de refugiados tendrá lugar en la frontera de los dos países? Pienso que así será.
Adicionalmente, y mientras la economía colombiana aumenta, el crecimiento continúa siendo muy bajo y persisten la desigualdad, pobreza y corrupción significativas. Lo anterior requiere sólidas y vigorizantes reformas desde lo económico y político, así como el compromiso perenne con asociaciones de innovación en los sectores público y privado. Colombia necesita convertirse en un país más amigable y propicio para los negocios en América Latina. El sector privado, por sí solo, tiene en sus manos el potencial de impulsar una clase media robustecida capaz de conducir a la prosperidad que Colombia necesita para las próximas décadas. Una de las formas más idóneas para avanzar en ello es a través de la promoción del emprendimiento entre las generaciones más jóvenes, las del futuro.
Las elecciones generan tensión política. Si bien la política partidista ha demostrado que puede tener efectos positivos en el desarrollo de una sociedad, las divisiones políticas que existen en el país hoy en día deben quedar atrás. Esta debería ser una de las prioridades del presidente electo, Iván Duque. El gobierno debe responder al aumento de difusión de noticias falsas en redes sociales, ya que los avisos de ataques dirigidos a todas las partes se ha convertido en algo muy común.
Sumado estas problemáticas, está el tráfico de droga, que representa una de las amenazas más palpables a la estabilidad interna y regional del país, pues a pesar de varias reformas en lo estratégico y las políticas adoptadas por parte del gobierno colombiano, el narcotráfico actualmente es más sólido que nunca. Desde el año 2012, la producción de cultivos ilícitos ha aumentado en más de 200%, por tanto es imperativo que se fomente la reflexión y discusión en aras de hallar una estrategia antidroga realmente efectiva.
Ninguno de estos desafíos existe de forma aislada. El resurgimiento del narcotráfico colombiano no es solo una cuestión del contexto colombiano, sino que es una problemática regional y mundial, cuya resolución es fundamental para una fuerte relación con los Estados Unidos. En mi opinión, abordar la problemática del aumento de tráfico de narcóticos será la prioridad número uno en las futuras relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Colombia.
Además, las trabas en los avances de materia ambiental -incluidas las inundaciones, sequías, tormentas tropicales y otros fenómenos meteorológicos extremos- tienen la capacidad de sembrar semillas de inestabilidad, delincuencia y violencia. Es por ello también, que Concordia se ha enfocado en hacerle frente a la preparación para los desastres, más que en su respuesta.
Por otro lado, los desastres naturales suelen exacerbar la pobreza debido a la falta de preparación y respuesta oportuna; es por ello, que Concordia le ha dado prioridad al enfoque preparatorio de estos eventos, más allá que a su respuesta.
La desigualdad económica ha traído consigo zozobra en lo político y divisiones no solo para los colombianos, sino para el mundo. Los principales riesgos climáticos y ambientales son en efecto una realidad en aumento para toda la región de las Américas y el mundo, La creciente fragilidad política derivada por los efectos de la globalización y llegada de internet, no solo son características de la democracia colombiana, sino también de los sistemas democráticos de América y Europa.
Siendo un actor internacional clave, Colombia es objeto de seguimiento, búsqueda de liderazgo, empoderamiento y respuesta por parte de otros países. Este enfoque de la globalización se ha convertido en un imperativo para Colombia, en virtud de la existencia de presiones para garantizar su participación y posicionamiento en el contexto internacional.
Cuando Concordia estableció por primera vez su iniciativa para las Américas en Colombia, reconocimos que el país se encontraba en una encrucijada que traería consigo por un lado incertidumbre y por el otro promesa. A través de conversaciones con colombianos de todos los sectores, industrias y alineaciones políticas, llegamos a comprender la importancia de brindar un espacio radicalmente inclusivo donde a través del diálogo y la colaboración se pudiese llegar a generar impacto social en Colombia y fuera de sus fronteras. Es a través del fortalecimiento de los compromisos entre los sectores público y privado que se puede lograr un cambio real y palpable.
Es entonces, esta la creencia que se halla en el corazón de la Cumbre Concordia Américas de este año. Al ser un espacio propicio para buscar oportunidades de asociación intersectorial, facilitar el compromiso con los funcionarios de la administración entrante y proporcionar un plataforma donde expertos compartan sus perspectivas sobre los caminos que conducen a la prosperidad y la paz, podemos avanzar sustancialmente en asuntos de relevancia primaria para los colombianos y los ciudadanos de toda la región de las Américas.
En definitiva, quiero resaltar que Colombia es un país esperanzador, uno que cuenta con la capacidad de servir como modelo para países que se enfrentan a problemas similares, convirtiéndose en el mejor lugar para hacer negocios en América Latina y ser catalizador del impacto social en la región más amplia del continente.