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Uno de los retos para la generación de empleo es la baja productividad laboral. América Latina, comparada con los países de la Unión Europea, tiene una muy baja productividad laboral comparada, y entre los países de la región Colombia y Brasil tienen las productividades más bajas. Una medida estándar de productividad laboral muestra que un trabajador colombiano aporta con su trabajo un tercio de lo que aporta un trabajador de la Unión Europea.
Al analizar el mercado laboral por nivel educativo se identifica una brecha en la formación técnica y tecnológica. Brecha en el sentido positivo: las empresas no encuentran los trabajadores con las competencias y las habilidades necesarias. Es decir, aunque hay desempleo, hay vacantes que no se pueden llenar. Para cerrar la brecha y generar empleo se debe contar con una formación para el trabajo pertinente y con calidad. Pertinente porque se debe responder a las necesidades de capital humano que el aparato productivo requiere para contratar trabajadores, y con calidad porque esta formación debe generar productividad.
Colombia es un país de regiones y cuenta con aparatos productivos muy diversos. Lo que se produce en Bogotá es diferente a lo que se produce en Neiva o en Sincelejo. Esta diversidad regional indica que las necesidades de capital humano son locales. Gran parte de la política de empleo es entonces local. Ahí es donde las alcaldías deben jugar un papel protagónico. No se trata de crear una secretaría de trabajo y aumentar la burocracia y la tramitología. Se trata de incluir en los planes de desarrollo políticas de empleo locales en articulación con la institucionalidad local y nacional. Entre ellos están el Sena, el Servicio Público de Empleo, y las agencias de empleo. Las políticas pueden desarrollarse a través de las secretarias de desarrollo.
Uno de los papeles importantes de las alcaldías es el de coordinación entre los diferentes actores del mercado laboral. Para que la formación para el trabajo se haga con pertinencia y calidad, es necesario que se identifiquen las necesidades con el aparato productivo. Los protagonistas deben ser los empresarios. Estas necesidades deben ser la guía de las entidades de formación para el trabajo, y se puede pensar en la educación dual a través de la cual la parte teórica la reciben en las aulas de clase y la práctica se puede hacer en las mismas empresas que tienen vacantes por llenar. Los aspirantes más productivos pueden ser contratados, generando un círculo virtuoso de empleabilidad y productividad. Una buena práctica es el programa que implementó la alcaldía de Sergio Fajardo en Medellín enfocado en los jóvenes, llamado Jóvenes con Futuro, cuyos impactos sobre el empleo fueron evaluados positivamente por Fedesarrollo.
Aunque la generación de empleo formal se identifica una política del orden nacional, si no se tienen en cuenta las particularidades de las ciudades y las regiones, los intentos de las políticas de generación de empleo pueden ser fallidos. Finalmente, el empleo es esencial para permanecer fuera de la pobreza. Programas de transferencias condicionadas pueden ayudar a salir de la pobreza pero el empleo decente es la única forma de mantener los ingresos para permanecer afuera.