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La Asociación de Gestión Humana (Acrip) de la región centro organizó la semana pasada un interesante debate sobre la reforma pensional en el cual participamos Daniel Wills, vicepresidente de Asofondos, Eduardo Lora, reconocido economista e investigador que ha trabajado el tema pensional desde la creación de la ley 100 en los 90, y este columnista. Interesante debate porque fue más allá de discutir la iniciativa del gobierno, sobre la cual solo hay un bosquejo, y se centró en los retos del sistema pensional colombiano que la reforma debe resolver. Las tres presentaciones se complementan.
La sostenibilidad financiera y la eliminación de la regresividad del sistema que administra Colpensiones, al otorgar más subsidios a las personas que más capacidad de ahorro tienen, deben hacer parte de los grandes objetivos de la reforma pensional. Las tres propuestas apoyan un sistema de pilares, incluyendo un pilar en el cual el programa Beneficios Económicos Periódicos (Beps) está incluido.
También apoyan la necesidad de un pilar solidario y no contributivo para los adultos mayores vulnerables que no tienen pensión. Daniel Wills planteó que el programa Colombia Mayor debe financiarse con recursos diferentes a los del ahorro pensional. Como elementos adicionales, propone eliminar la discriminación contra la mujer que tiene el actual sistema, y ampliar el número de competidores en el sistema pensional. Eduardo Lora presentó un trabajo que hizo para el observatorio fiscal de la Universidad Javeriana, con una propuesta de pilares que busca limitar los temores que se tienen de la reforma que ha propuesto el gobierno sobre utilizar los recursos pensionales para otros fines y afectar la financiación del gobierno al reducir los ahorros en los fondos privados. Propone cuatro pilares.
El pilar cero incluye los programas Colombia Mayor y Beps, el pilar 1 es la cotización en Colpensiones hasta dos salarios mínimos, el pilar 2 la cotización en los fondos privados por encima de 2 salarios mínimos, y el pilar 3 es el de ahorro voluntario. Entre los elementos más novedosos está la modificación de dos parámetros: las semanas a cotizar, que aumentarían de 1.300 a 1.500, y la tasa de remplazo -o el porcentaje del salario para liquidar la pensión- que se basaría en un rendimiento real de 4,5% y acercaría el sistema a uno de cuentas nocionales.
Aunque implícitamente lo mencionan, el tema menos desarrollado es el de la baja cobertura pensional. Para mí es el más importante. Solo 1 de cada 4 adultos mayores tiene una pensión (el 25%) y esto se origina en gran parte porque menos de 1 de cada 2 trabajadores cotiza, y por la volatilidad laboral entre formalidad e informalidad, no alcanzan a hacerlo para completar el requisito de cotizar 1.300 semanas para obtener la pensión.
El problema nace en el mercado laboral y es importante conectar la reforma pensional con la laboral. Una que permita que diferentes formas de trabajo y de contratación puedan cotizar para construir su pensión. Que acerque la normatividad a la realidad laboral de muchas personas que no trabajan de 8 a 6, en una oficina, de tiempo completo. El foro de Acrip evidenció que, aunque con diferentes matices, se está creando un consenso entre diferentes expertos que la reforma pensional debe ser de pilares, sostenible financieramente, y sin subsidios regresivos. Y debe aumentar la cobertura pensional.