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Analistas 14/06/2024

Fecode y la educación terciaria

Mauricio Olivera
Vicerrector Administrativo y Financiero UniAndes

Desde el pasado 12 de junio, Fecode se encuentra en paro indefinido para rechazar el proyecto de ley estatutaria de la educación que se discute en el senado. En esta columna, examinaré uno de los seis puntos que cuestiona Fecode, la educación terciaria. Según su comunicado, este nivel educativo se plantea sin fundamento ni consulta con la comunidad educativa y académica, con una redacción que limita la democracia y el acceso. La educación técnica y tecnológica hace parte de la educación terciaria. Los datos de oferta y demanda laboral indican que, mientras hay más personas con educación secundaria y universitaria buscando trabajo que vacantes disponibles, es decir, hay desempleo, en la educación técnica y tecnológica hay puestos que no se cubren. En la más reciente encuesta de Manpower 66% de los empresarios consultados dice que tiene dificultades para encontrar el capital humano con las competencias y habilidades requeridas. Existen vacantes a nivel de la educación técnica y tecnológica, y, en un país con desempleo de más de dos dígitos, uno de los propósitos de la política pública debe ser cerrar esta brecha. Tres factores más ayudan a entender la necesidad de incluir la educación terciaria en la ley estatutaria. Primero, la productividad laboral en Colombia es muy baja. Entre 1950 y 1979 la productividad laboral creció en América Latina 2,6% en promedio anual pero a partir de 1980 se estancó y, entre 1980 y 2021, se redujo a una tasa promedio de 0,1% interanual. Colombia es uno de los países con menor productividad. Los datos de 2023 señalan que un trabajador en Colombia produce 35% del valor agregado que lo que produce un trabajador en le Unión Europea. Segundo, la situación de muchos jóvenes es insostenible. El desempleo nacional juvenil en marzo de este año muestra que uno de cada cinco jóvenes está desempleado. Pero más grave, tres de cada 10 jóvenes ni estudian ni trabajan. Son 2,9 millones de jóvenes colombianos, situación socialmente inaceptable. Tercero, el cambio tecnológico y la innovación están transformando los mercados laborales, con profundas implicaciones para los perfiles de los puestos de trabajo disponibles, las habilidades necesarias para realizar esos trabajos y la organización del trabajo.

Este diagnóstico indica que la formación técnica y tecnológica debe hacer parte del sistema educativo. Pero con la educación terciaria se puede ir más allá. La rectora de la Universidad de los Andes propone que haga parte de trayectorias más flexibles de educación, que otorguen oportunidades más amplias de educación y trabajo a lo largo de la vida.

El comunicado de Fecode no explica bien las razones de su protesta, pero he entendido que les preocupa que se cree una segregación en la que los jóvenes más pobres van a educación terciaria y los más ricos a educación universitaria. Es un punto de vista equivocado. Si conseguimos desarrollar una educación técnica y tecnológica relevante y de calidad que se adapte al sector productivo, las posibilidades de empleo y los salarios mejorarán, y la productividad, las empresas y el país crecerán. Es lo que pasa en países desarrollados con mercados laborales modernos. Muchos trabajadores con educación técnica y tecnológica ganan más que trabajadores universitarios.

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