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El gran reto de la reforma pensional es la baja cobertura. Aunque existe un reto financiero, este no es grande porque hay pocos pensionados. Sólo 1 de cada 4 adultos mayores - 25%- tiene pensión. El origen de esta baja cobertura está en el mercado laboral. Cerca de 1 de cada 3 trabajadores cotiza al sistema pensional, y la rotación entre formalidad e informalidad es alta. En la década antes de la pandemia cerca de 2,3 millones de trabajadores cada año pasaban de la formalidad a la informalidad. Así, pocos trabajadores logran cotizar las 1.300 semanas para obtener la pensión.
La reforma pensional incluye varios elementos que buscan aumentar la cobertura. Entre ellos la cotización por semanas, la pensión familiar y la pensión anticipada. En cotización por semanas flexibiliza la cotización. El empleador deberá cotizar una semana si la persona trabaja entre 1 y 7 días, dos semanas si trabaja entre 8 y 14 días, y así sucesivamente. Varios grupos de trabajadores se verían beneficiados. Entre estos las más de 600.000 mujeres dedicadas al servicio doméstico. La pensión familiar permite que una pareja obtenga una pensión sumando las semanas de los dos integrantes si de manera independiente ninguno de los dos logra las 1.300 semanas. Estos dos elementos ya existían desde 2013, el primero en un decreto, el segundo en una ley. Aunque es importante que hagan parte de la ley que va a regir el sistema pensional, es más importante divulgar estas medidas y, especialmente para la cotización por semanas, lograr su cumplimiento.
No es suficiente que esté en una ley para que se cumpla. La Ugpp juega un papel fundamental. La pensión anticipada permitiría que una persona que llegue a los 65 años y que haya logrado cotizar más de 1.000 semanas reciba la pensión y se descuente lo que no cotizó. Esta propuesta se había planteado junto a otras complementarias. Otra opción es que la persona pueda seguir cotizando y por cada mes cotizado acumula dos semanas adicionales. Todos estos elementos buscan resolver el reto de baja cobertura.
Ahora, si el origen de la baja cobertura es el mercado laboral, sería deseable que uno de los objetivos de la reforma laboral fuera aumentar el número de cotizantes. La propuesta radicada en el Congreso parece no tiene en cuenta este objetivo. Propone regular algunos sectores, como el rural y el de plataformas, pero existen otros y otras formas de producción cuyas características flexibles no están cubiertas por la legislación laboral. Gran parte de la discusión sobre esta reforma se ha centrado en temas morales y de derechos, pero una visión complementaria debería tener en cuenta que hoy existen diversas formas de trabajar. No solo en Colombia; en el mundo. Programadores y conductores de Uber, por ejemplo. La legislación laboral debería acercarse a la realidad laboral de la mayoría de los trabajadores colombianos.
El programa Beneficios Económicos Periódicos (Beps) se diseñó con este objetivo, y la reforma pensional lo incluye en el pilar semi-contributivo. Sin embargo, se sigue dividiendo el mercado laboral en dos mundos excluyentes: el formal y el informal. Las dos reformas, la laboral y la pensional, deberían conectarse con un buen diseño que elimine la separación de estos dos mundos permitiendo que aunque se trabaje por hora se pueda cotizar y construir la pensión.