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Analistas 13/12/2024

Salario mínimo y productividad

Mauricio Olivera
Vicerrector Administrativo y Financiero UniAndes

El 15 de diciembre se cumple el primer plazo para que la mesa de concertación laboral, conformada por los trabajadores representados por las centrales obreras y de pensionados, los empleadores, representados por los gremios de la producción, y el gobierno encabezado por el Ministerio del Trabajo, lleguen a un acuerdo sobre el aumento del salario mínimo. Es diciente que mientras las centrales obreras proponen un aumento del salario mínimo de 12%, Acopi, el gremio de las Micro, pequeñas y medianas empresas (Mipyme) sugiere un aumento de 5,2%. Las estadísticas indican que aproximadamente 99% de las empresas en Colombia son Mipyme, generan alrededor de 80% del empleo y 85% de los empleados en microempresas son informales. La diferencia en las propuestas es diciente porque un aumento como el propuesto por las centrales obreras podría implicar mayores costos laborales que pueden llevar a muchas empresas y trabajadores a la informalidad o al desempleo. Cabe recordar que la reforma tributaria de 2012, que redujo los costos laborales, disminuyó la informalidad.

Otro dato relevante para esta discusión es que 45% de los trabajadores tiene un ingreso por debajo del salario mínimo. Es claro que las centrales obreras representan a los trabajadores formales que ganan por lo menos el salario mínimo, y buscan mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, un aumento salarial excesivo, por encima de la inflación y la productividad, puede aumentar la informalidad o el desempleo. El gobierno debe mediar cuidadosamente entre empleadores y trabajadores, representando también a los desempleados y trabajadores informales, porque si no los tiene en cuenta, la decisión de aumento del salario mínimo puede afectar negativamente a los más pobres. Menos oportunidades de conseguir un empleo formal, y una mayor probabilidad de estar en la informalidad.

En los últimos días parte de la discusión ha girado en torno a la productividad laboral. Antes, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) presentaba los datos, pero estos eran cuestionados por falta de credibilidad. Por eso, se decidió que el Dane calcule esos datos. Aunque el debate ha sido más técnico que político, preocupa que el Dane, una institución valorada por su independencia y credibilidad, se vea envuelta en discusiones políticas.

La mejor manera de aumentar los salarios y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores sin afectar a las empresas es elevando la productividad laboral. Uno de los males de América Latina es la baja productividad laboral, y Colombia está entre los países de menor productividad laboral en la región. Si la productividad aumenta, las empresas crecen y van a poder pagar, y a tener que pagar, por una mayor demanda de trabajadores, mejores salarios.

Sin embargo, 66% de los empleadores dicen que no encuentran los trabajadores con las habilidades que necesitan. La gran brecha está en la formación técnica y tecnológica. Aunque Colombia cuenta con el Sena, una de las entidades más grandes de América Latina con recursos para esta formación, falta voluntad política y técnica para que el Sena asuma la responsabilidad de aumentar la productividad con sus programas de formación. La mesa de concertación debería incluir en sus discusiones está política.

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