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Resignificar la manera como nos relacionamos con la naturaleza no puede ser una mera declaración pues es una necesidad apremiante. Un primer paso es detener la destrucción acelerada del medio ambiente y, por tanto, muchos de los efectos devastadores del cambio climático. Para esto, es indispensable también transformarnos como personas, como ciudadanos, como consumidores, y modificar de manera sustancial como nos relacionamos con la Tierra, con ese sistema inteligente al que se refiere Eugenio Canutti en su libro Inteligencia Planetaria, compuesto por miles de organismos que han evolucionado, a veces con sobresaltos, a lo largo de millones de años.
En este mismo sentido, David Quammen en su libro Contagio, quien hace seguimiento a cerca de 15 epidemias y pandemias, reitera enfáticamente que la intervención que hacemos como género humano a la naturaleza, se traduce en alteraciones graves de los ecosistemas provocando que los virus requieran forzadamente de nuevos hospedadores o alojadores, incluyendo a los seres humanos. Esto último determina que lo que estamos viviendo actualmente en el mundo seguirá, en consecuencia, repitiéndose tal como ese mismo autor afirma, esta pandemia del coronavirus “no es un suceso novedoso ni un infortunio” (p.581) porque más bien hace parte de las decisiones y acciones de la humanidad misma. Esto es crucial en las circunstancias actuales de la pandemia.
El segundo tema a resignificar, son los sistemas de seguridad social en salud y el sistema de salud pública, pues van a tener que abordar con urgencia dos consecuencias fundamentales de la covid-19: una está asociada a los preocupantes daños neurológicos producidos por este virus a largo plazo tal como se afirma en el diario español El País en su edición del 25 de abril del 2021; la otra es que tal como mencionó Rodrigo Córdoba, director del Departamento de Psiquiatría de la Universidad del Rosario, el año pasado en el foro de Anif del 1º de julio, el confinamiento, el miedo al virus, a enfermar o contagiar a alguien, está “dejando una huella de elefante” en la salud mental de los colombianos la cual se expresa en miedo, trastornos del sueño, ataques de pánico, fobia social, preocupación excesiva y recurrente, ansiedad y suicidios. Es importante tener en cuenta que la población mayor de 70 años, además, es el grupo poblacional sobre la que recae gran parte de la carga emocional de la pandemia y el confinamiento.
De otra parte, es necesario tener datos abiertos en cuanto a la vacunación en el país para saber qué poblaciones, grupos, zonas, etc. tienen acceso efectivo a la vacuna; diversas razones como falta de información, acceso a los sitios de vacunación, disponibilidad efectiva y oportuna de la vacuna, etc. afectan su universalidad. Por tanto, el sistema de salud, los departamentos o municipios deben tener acceso a esa información personalizada para tomar medidas oportunas.
De otra parte, la pandemia y su atención ha llevado a retrasos en el diagnóstico y cuidado de enfermedades y prevalencias crónicas que deberán atenderse más pronto que tarde, además, de dar continuidad a los planes tradicionales de vacunación del país. Por último, esta pandemia debe dejar grandes aprendizajes que se traduzcan en nuevos componentes, estrategias, reorganización institucional, etc. de la política de salud pública, y esto es inaplazable. De ahí pues esa necesidad de resignificar y transformar desde ya todos estos temas de la salud pública del país.
La pandemia ha puesto de manifiesto también la importancia de la ciencia. Sin ciencia no habría vacunas; es decir, la ciencia contribuye a salvar vidas. La necesidad de un verdadero y decidido fortalecimiento y financiación del sistema de CT&I fue puesto de manifiesto por la Misión de Sabios a finales de 2019.
Esto es apremiante no sólo hoy sino en el futuro inmediato, pues el acceso privilegiado que tienen los países con la investigación suficiente para desarrollar las vacunas, ha mostrado la vulnerabilidad de países con bajo nivel de investigación. Las universidades en Colombia deberán jugar un rol fundamental en ese desarrollo de la investigación.
Todo lo anterior constituye sin duda retos importantes para el país y toda la sociedad y sobre todo una gran oportunidad de transformarnos como humanidad a partir precisamente de dichas resignificaciones.