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Mauricio Santamaría, Nelson Vera, Ekaterina Cuéllar y Daniel Beltrán
El Dane reportó que enero de 2020 registró una inflación mensual del +0,42%, significativamente por debajo del valor pronosticado por el consenso del mercado (+0,58%) y también frente a lo observado un año atrás (+0,6%). Ello también implicó descensos en la lectura de inflación anual hacia niveles de 3,6% (vs. 3,8% un mes atrás), debiendo el Banco de la República (BR) monitorear la continuación de esa convergencia inflacionaria durante 2020 hacia la meta de largo plazo (ver gráfico adjunto).
En este resultado incidió principalmente la desaceleración de la inflación de alimentos hacia 4,7% anual (vs. 5,2% un mes atrás). Ello se explicó por las menores presiones de i) los alimentos básicos (5,1% anual vs. 5,8% un mes atrás), dadas las colectas anticipadas de enero, buscando mitigar el efecto de las heladas de comienzo de año, y ii) el componente de restaurantes-hoteles (3,9% vs. 4,2%). Prospectivamente, habrá que monitorear el efecto de esas colectas anticipadas sobre los precios de febrero-abril (cuando se tenían inicialmente previstas) y la mayor presión que pueda generar sobre el rubro de comidas fuera del hogar el incremento del SML de 6% para 2020 (vs. el 4,5% que sugería la Regla Universal).
La inflación subyacente (sin alimentos) también se desaceleró hacia 3,3% anual (vs. 3,4% un mes atrás). Buena parte de esa ausencia de presiones inflacionarias-básicas obedece a la apenas “moderada” recuperación económica (sin presiones de demanda), donde la brecha del Producto completa casi un quinquenio en niveles negativos y solo da visos de su cierre hacia 2021 (según las estimaciones del BR).
Esa debilidad ha incidido en la tardanza del traspaso del mayor costo de los importados, pese a observar una devaluación cambiaria promedio de 5% anual en lo corrido a enero de 2020 (después del 11% observado en 2019). En este frente también ayudó la desaceleración en la inflación de energéticos (3,1% anual en enero vs. 4% un mes atrás), donde la disminución de las tarifas de energía eléctrica (por la mayor porción de comercializadoras acudiendo a compras por contratos de largo plazo vs. compras en bolsa) compensó el efecto alcista de la sobretasa de energía ($4/kwh para el salvataje de Electricaribe).
Ese moderado nivel de pass-through cambiario es consistente con ligeras aceleraciones en la inflación de transables hacia niveles (aún bajos) de 2,5% anual en enero de 2020 (vs. 2,2% un mes atrás). Por el contrario, la inflación de no transables se desaceleró levemente hacia 3,3% (vs. 3,5%).
La inflación del IPP disminuyó al 4,7% anual en enero de 2020 (vs. 6,1% un mes atrás). Esto como resultado de la desaceleración de los subíndices minero-energético (2,5% anual vs. 9,7% un mes atrás) y agrícola (4,4% vs. 6,5%). Por su parte, el costo de los importados también se desaceleró (2,5% anual vs. 3% un mes atrás), en línea con el moderado pass-through cambiario (según lo comentado).
A nivel internacional, 2020 inicia con perspectivas de estancamiento en el crecimiento global en niveles de 3% (pese a que la recesión manufacturera parecería haber tocado fondo a finales de 2019). Incluso ahora se tienen sesgos bajistas en ese desempeño global por cuenta de los daños del coronavirus sobre la economía de China y sus efectos en las cadenas de valor global. Algunos analistas están revisando fuertemente el crecimiento del primer trimestre hacia ritmos de 1% anual en China, pudiendo llevar su expansión hacia niveles cercanos a 4% para 2020 como un todo (vs. 6% de años anteriores). La gran incógnita será si esa debilidad resulta transitoria (focalizada en el primer trimestre), o si sus efectos negativos de menor demanda global y afectación de precios de commodities se extenderán a toda la primera mitad del año (con efectos sobre exportadores de materias primas como Colombia).
A nivel local, por ahora Anif mantiene su proyección de leve aceleración de la economía colombiana hacia ritmos de 3,3% en 2020 (vs. valores cercanos a 3% que probablemente se observaron en 2019), aunque mucho de ello dependerá de la evolución global. Ahora bien, el problema es que ese número es insuficiente para cerrar una serie de brechas en frentes clave i) mercado laboral, donde se observaron tasas de desempleo nacional promedio de 10,5% en 2019 (con un desempleo urbano del orden del 11%); y ii) déficits gemelos fiscal-externo, dado el drenaje tributario proveniente de la Ley de Financiamiento y las dificultades que tiene la economía para reducir el déficit de cuenta corriente por debajo de 4,3% del PIB (ver Informe Semanal No. 1492 de enero de 2020).
Teniendo en cuenta todo lo anterior, en opinión de Anif, la convergencia inflacionaria al 3,4% anual en 2020 es consistente con una repo inalterada en sus actuales niveles de 4,25% durante todo el año, donde no vemos espacio para reducciones (como lo han sugerido algunos analistas). A pesar del buen dato de enero (el cual probablemente reduce el “costo de inacción”), se deberán continuar monitoreando i) la corrección en los choques de oferta en los alimentos; ii) los potenciales de pass-through cambiario, en función del contagio que pueda experimentar Colombia ante la volatilidad externa; y iii) los posibles expedientes de inercia inflacionaria ante el mencionado incremento del SML. De cualquier manera, es evidente que la actual postura monetaria del BR es levemente expansiva, pues se tienen brechas negativas de la tasa observada vs. sus niveles neutrales cercanos a 25pb-50pb (dependiendo de los valores inflacionarios usados para llegar a una repo real-neutral cercana a 1,5%). Ello debería dar algo de soporte a la recuperación económica durante 2020-2021.