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La semana pasada tuvimos otra vez una turbulencia grave. No tanto como la de octubre, pero grave. ¿Y en qué se reflejó? En que la tasa de cambio subió casi $180 en tres días. En que los CDS subieron cerca de 30 puntos básicos entre el miércoles y el viernes, lo que aumenta la percepción de riesgo del país y afecta a todos los colombianos. Finalmente, también se reflejó en el aumento en la tasa de interés de los TES a un año, que pasaron de 10,97% un día antes de la crisis ministerial a 11,25% en los días que siguieron.
Que estas tres cosas hayan pasado en solo tres días es una prueba contundente de que hubo algo muy fuerte que las hizo pasar. Es decir, eso no sucede porque sí. Sobre todo, cuando veníamos bien: la tasa de cambio estaba bajando, y los CDS y los TES se venían recuperando después de un periodo de mucha volatilidad.
Eso nos lleva a pensar que todos los anuncios, revolcones y cambios en el gabinete, hablar otra vez de la política energética, de lo que va a pasar con las pensiones, con la salud y que el panorama político esté revolucionado, genera gran inestabilidad. Pero, además, demuestra que los mercados están nerviosos. Es normal que cuando los gobiernos hacen anuncios importantes los mercados reaccionen, pero no de una forma tan drástica.
¿Qué debemos hacer para que un mercado atento y con el ojo en todo lo que está pasando, se tranquilice? ¿Qué debemos hacer para que no paguemos todos los colombianos?
Primero, el gobierno nos tiene que dar un panorama de mediano plazo, tanto económico como político, que calme los ánimos. Unas palabras que digan que no van a acabar con la institucionalidad, que van a tratar de hacer todo por los canales que toca y no en la calle ni en asambleas constituyentes.
Segundo, el equipo económico -conformado por Hacienda, Planeación, el Ministerio de Comercio- deben mostrarle al país que está comprometido con arreglar el tema fiscal, con bajar la inflación, con contener un poco la demanda interna para que el déficit externo caiga. Eso se demuestra con palabras y con hechos consecuentes.
Tercero, hay que tener cuidado con las reformas. Como están las cosas, es claro que las tres principales reformas económicas y sociales -salud, laboral y pensiones- tienen mucha resistencia en el congreso y en el público. El gobierno debe reconocerlo, tratar de consensuarlas y, sobre todo, no sacarlas de afán. Todas tienen un impacto grande en la economía del país. Es un hecho que la reforma laboral subiría el costo de uso del trabajo, lo cual generaría desempleo. La pensional le daría un golpe mortal al ahorro, al mercado de capitales y a la sostenibilidad de las finanzas públicas. Y la de salud podría traer un impacto muy grande sobre la inversión privada y extranjera en el sector, y sin duda afectaría el bienestar de millones de colombianos, en particular los más vulnerables.
A todo eso se suman anuncios erráticos en materia petrolera y de gas, que apuntan a no hacer nuevas exploraciones petroleras, y un nuevo presidente de Ecopetrol que demostró en sus primeras declaraciones un gran desconocimiento en el tema. Así, no se auguran buenos resultados en el futuro.
Es momento para que todos nos apretemos el cinturón. El gobierno, que se lo apriete en materia de gasto, en anuncios y que definitivamente llegue a más consensos. El sector privado, que colabore más. Y la gente, que esté consciente que el crecimiento económico va a ser menor y que eso va a traer problemas en el mercado laboral.