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Si hay algo en lo que el gobierno venía muy bien, era en el aumento a los precios de la gasolina. El déficit del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (Fepc) se ha reducido y, según nuestras estimaciones, desde octubre de 2022 el gobierno ha logrado ahorrar cerca de $5,1 billones. Un alivio para las finanzas públicas. Pero ahora, sorpresivamente, se anunció que el incremento no se implementará este mes porque están, en palabras del ministro de Hacienda, “finalizando el diseño del mecanismo de compensación a los taxistas”.
Qué raro que justo en el mes de elecciones decidan parar una política en la que el gobierno ha insistido tanto, una política que a pesar de las críticas y contradictores la ha aplicado juiciosamente y con la que se ha dado la pela. No quiero caer en teorías conspirativas, pero raro sí es.
Lo más preocupante, sin embargo, es que la decisión es inconveniente por una sencilla razón: el ajuste fiscal que está programado para 2024 y 2025, que ya es difícil de cumplir y que incluso aumenta el próximo año, se complica aún más con este tipo de decisiones. Si se tiene en cuenta que la demanda mensual de gasolina es de aproximadamente 200 millones de galones, haber omitido un aumento de $600 este mes equivale a $120.000 millones que se dejaron de ahorrar, eso representa 0,3% del déficit de 2022 del Fepc.
Y a eso se suma la reciente escalada del precio internacional del petróleo, lo que implica que los dos o tres aumentos en el precio de la gasolina que el gobierno todavía tiene presupuestados, seguramente no serán suficientes para cerrar una brecha del Fepc que sigue ampliándose.
Todo este lío porque el gobierno insiste en buscar un mecanismo de compensación para los taxistas, cuando la solución la tiene a la mano. Reitero lo que en Anif hemos dicho varias veces: entendemos la motivación, pues la afectación para los taxistas ha sido muy grande en el último año, pero cualquier alternativa que se tome, aparte de subir las tarifas, va a ser mala. Veamos.
El gobierno ya aceptó que un cobro diferenciado de gasolina para los taxistas era una pésima idea, pues eso originaría un mercado alterno de combustible. Ahora, un subsidio en efectivo también trae inconvenientes enormes. ¿A quién se lo van a dar? ¿Al dueño del taxi o a los conductores, que pueden llegar a ser cinco por taxi? Si se lo dan al dueño, por ejemplo, están regalando plata y no soluciona el problema a quien de verdad paga la gasolina -el conductor-. Ahora, ¿cómo se van a identificar a los taxistas? El mismo ministro Bonilla explicó esta semana las dificultades que están teniendo con ese proceso. El subsidio, en pocas palabras, es inviable.
Si de verdad quieren ayudar a los taxistas, permitan que suban las tarifas de las carreras. Esto es lo que pasa con todos los bienes. Si sube el precio del caucho, los zapatos suben de precio, no nos inventamos un esquema para ayudarle a la gente que vende zapatos. El mayor costo de producción de los taxistas es la gasolina, así que al aumentar su precio lo lógico es que suba el precio del servicio. Eso es absolutamente viable en Colombia, si se tiene en cuenta que los costos por carrera en el país son de los más bajos de la región, si nos comparamos con países como Perú, Uruguay o Chile.
Una aclaración final: no proponemos que los usuarios subsidien a los taxistas, como se ha interpretado erróneamente en algunas partes. Lo que proponemos es que suba la tarifa del servicio y sean los usuarios los que asuman el aumento del precio de la gasolina. Eso sería lo justo.