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Mauricio Santa María S., Carlos Felipe Prada, Juan Sebastián Joya y Cindy Benedetti
Recientemente, el Dane reveló que el PIB de Colombia tuvo un crecimiento real de 3,3% en 2019 (en 2018 había sido 2.5%), por encima de las expectativas del mercado y de algunos analistas (ver Informe Semanal No. 1498 de febrero de 2020). Por su parte, la actividad de minas-canteras tuvo un crecimiento de 2,1%. Este resultado positivo se registró después de haber tenido un decrecimiento anual promedio de -2,8% en el quinquenio 2014-2018, como conse- cuencia de las afectaciones derivadas del fin del auge minero-energético. Prospectivamente, esta actividad deberá enfrentar restricciones legales, ambientales y la elevada volatilidad de los mercados internacionales.
Al analizar los resultados de la actividad de explotación de minas y canteras en sus correspondientes sub-actividades se observó que el subsector de minerales metálicos (cuya participación dentro de la actividad minero-energética es de 5%) registró el mayor crecimiento con 6,6%. En el año anterior había sido del -13,7% (ver gráfico adjunto). Este buen desempeño estuvo principalmente jalonado por expansiones en la producción de oro (10%). La principal sub-actividad petróleo, gas natural y derivados (67% en la actividad minero-energética) creció a 2,4% en 2019 frente a 1,7% de 2018, principalmente por dos factores: (i) la mayor producción de crudo, expandiéndose un 2,4% (886 kbpd en 2019 vs. 865 kbpd en 2018); y (ii) el aumento de 9,5% en la producción de gas natural (1.068 mpcd en 2019 vs. 975 mpcd en 2018).
Infortunadamente, la compleja situación en el frente externo (guerra comercial entre Estados Unidos-China y los temores por una desaceleración generalizada de la economía mundial) no acompañó este buen desempeño de la producción, lo cual se tradujo en caídas significativas en los precios internacionales de ambos commodities. Así, el precio del petróleo retrocedió -9,9% anual (promediando US$64/barril-Brent en 2019 vs. US$71 en 2018) y el gas natural cayó un -18,7% (promediando US$2,6 /millón de BTU en 2019 vs. US$3,2 en 2018).
La sub-actividad de extracción de minerales no metálicos tuvo un incremento de 2,1% en 2019 comparado con -1,4% en 2018. Este resultado se explica principalmente por el repunte del sector de obras civiles (con crecimiento de 10,7% en 2019 comparado con el 0,4% en 2018), lo que impulsó la demanda por cemento, grava y otros agregados de la construcción. En cuanto a la sub-actividad de carbón (con un peso de 22% en la actividad de minas y canteras) creció apenas un 0,3% en 2019 (comparado con el -6,3% en 2018). Esto es consistente con los volúmenes de producción reportados por el Dane (72,4 millones de toneladas en 2019 vs. 72,2 millones en 2018, con base en los cinco mayores productores del mineral). La producción de carbón se habría reducido como consecuencia de: (i) las escazas lluvias en las minas del norte del país (restringiendo las operaciones por alta concentración de material particulado en el ambiente); (ii) los fallos judiciales a favor de las comunidades indígenas-locales (limitando parcialmente la operación minera); y (iii) los menores precios internacionales del mineral (promediando US$77,9 /tonelada métrica en 2019 vs. US$107 en 2018).
Para 2020 se proyectan inversiones por unos US$5.000 millones en 2020 para el petróleo y gas, destinados en 80% a producción y 20% a exploración. Si bien la mayor parte de esos recursos irían a la perforación de pozos en desarrollo y exploración en tierra-firme, seguirá la apuesta por aumentar el factor de recobro (hoy en 19%) y la exploración off-shore (donde se contaría con un potencial de 12.000 millones de barriles solo en la cuenca del Caribe colombiano).
En cuanto a los riesgos, se mantienen aquellos asociados a la restricción de implementar la perforación de pozos mediante fracking (habiéndose postergado la puesta en marcha de los planes piloto hasta 2021), pues no se estaría aprovechando todo el potencial. Un aspecto a tener en cuenta es que si bien tenemos reservas de petróleo y gas para 7,6 años y 9,8 años, respectivamente, es un período corto y éstas no han aumentado en los últimos años. En el caso del gas, los proyectos off-shore más promisorios (como Orca-1) sólo empezarán su entrega comercial hacia 2024 y la planta regasificadora de Buenaventura (que entraría a respaldar el sistema de abastecimiento) no cuenta todavía con las condiciones de operatividad y orden público necesarias.
Estos son temas sobre los cuales se debe prestar mucha atención debido a que serán clave para la autosuficiencia energética del país a mediano-largo plazo. Por el lado del carbón, la demanda mundial seguirá estable en los próximos meses, gracias a que el mayor consumo de India y del sureste asiático compensará la caída en Europa y Estados Unidos. Pese a que el precio del mineral se proyecta estable en los próximos años, Colombia tiene el desafío de redireccionar sus exportaciones para lograr no solo un mejor aprovechamiento de los mercados asiáticos, sino para hacer rentable la actividad a largo plazo. En síntesis, los resultados de la actividad de minas y canteras para 2019 son alentadores, considerando que en los años anteriores el crecimiento había sido negativo.