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Duele Colombia. Duele el desastre hacia el que Gustavo Petro nos está conduciendo. Duele que se siga fomentando el odio y la división entre los colombianos. Duele el ataque a la prensa y a quienes no pensamos como él.
Gustavo Petro sigue paso a paso el camino de sus héroes Fidel Castro y Hugo Chávez, y de sus amigos Nicolás Maduro y Daniel Ortega, un camino que no es otro que el de la pobreza, el caos, la tristeza y la destrucción de la sociedad.
Vimos el domingo pasado como se retransmitió por 45 minutos el discurso de odio que Petro hizo en Francia, en su viaje internacional número 22 (promedio de dos por mes desde que se posesionó). Palabras llenas de resentimiento y que solo agudizan la polarización del país fueron las que tuvimos que soportar, cuando se interrumpió la programación de todos los canales de televisión en pleno horario triple A (¿nos acercamos al Aló Presidente?).
Estigmatizar, señalar, dividir, generar caos para luego administrarlo es el proceder que vemos en Gustavo Petro. Criticar a quienes salimos a marchar el pasado 20 de junio, en nuestro derecho a movilizarnos y a protestar es propio de los regímenes con visos dictatoriales. Más de 100.000 personas caminamos las calles de manera pacífica porque no queremos que Colombia caiga a un abismo del que sea imposible salir. No es una clase media arribista la que marchó, sino miles de colombianos que amamos el país y que vamos a defenderlo de quien hoy busca llevarlo a la miseria.
Hoy, la clase media colombiana se siente amenazada por Gustavo Petro, quien representa un modelo político y económico fracasado. Y es que al mejor estilo del comunismo, Petro, quiere igualarnos, pero no buscando que los colombianos seamos ricos, sino que todos seamos pobres.
La clase media entiende la importancia de la democracia, la libertad de expresión y el respeto a los derechos individuales. Vemos con preocupación cómo Petro ha mostrado una actitud intolerante hacia aquellos que piensan diferente a él, a quienes ataca y gradúa entre líneas de enemigos. Petro necesita que haya polarización y la promueve cada día.
Señor presidente Gustavo Petro, el cargo que usted ocupa (la forma en cómo llegó a él sigue en duda, pero ese es otro tema) es el más importante del país y requiere dignidad. Colombia ostenta la democracia más sólida y antigua del continente y queremos que así continúe. Detenga por favor la forma en que está ejerciendo la presidencia y gobierne para todos.
Tenga en cuenta, además, que los colombianos, en su mayoría, no buscamos privilegios, ni ser arribistas, ni poder comprar zapatos de cinco millones de pesos como los que usa su esposa o alquilar una isla para irse de rumba como su hijo. No, esos lujos no son nuestro aspiracional, simplemente buscamos tener oportunidades progresar poco a poco y de poder vivir en un país donde se respetan nuestros derechos y libertades.