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Si Trump vuelve a la Casa Blanca en las elecciones de 2024 y cambia las reglas del juego con Europa, transformará la seguridad en el continente. Con un escenario donde EE.UU. reduce su compromiso con la Otan, ¿cómo podría Europa defenderse en un conflicto con Rusia? Este es el dilema al que los líderes europeos podrían enfrentarse, un dilema que, aunque hipotético, se vuelve más plausible con cada declaración de Trump sobre “America First”.
Para empezar, Francia toma la delantera en esta hipotética autonomía europea, y reformó su ejército para responder a conflictos de alta intensidad. En la teoría, suena bien: equipamiento modernizado, más presupuesto y una intención clara de liderar la defensa europea. Sin embargo, la práctica cuenta otra historia. Francia tiene la capacidad de movilizar tropas y actuar en escenarios diversos, pero sufre de una logística poco preparada para enfrentar una guerra en el este europeo. El traslado de soldados y material militar desde suelo francés hasta la frontera con Polonia o Rumania, por ejemplo, se convierte en una verdadera odisea. Y las operaciones que deberían tomar días, se estiran a semanas debido a trabas burocráticas, congestión en rutas y problemas de coordinación entre países.
Alemania, con uno de los presupuestos de defensa más altos de Europa, es el país con mayor potencial, pero su capacidad operativa es un problema. Los alemanes aún no terminan de sacudirse la inercia de años de políticas de defensa centradas en lo local y en el apoyo indirecto. Se invierte, sí, pero en muchos casos, las fuerzas armadas alemanas son más teóricas que efectivas. Además, Berlín no demostró un verdadero deseo de involucrarse en operaciones militares significativas fuera de sus fronteras, manteniendo una postura ambigua sobre su rol en la defensa europea.
Italia y España, por su parte, tienen capacidades limitadas. La marina italiana es un activo importante, pero su papel se diluye en tierra y en aire. Los españoles, por su lado, enfocan su defensa en el Mediterráneo y el norte de África. En términos concretos, ninguno de los dos países está en posición de influir decisivamente en un conflicto directo con Rusia.
¿Y qué pasaría si Estados Unidos se retira del tablero europeo? Sin la presencia estadounidense, Europa pierde infraestructura logística y respaldo estratégico. No es solo la cuestión de menos aviones y menos tropas, sino la falta de esa red de apoyo y esa capacidad de proyectar fuerza con rapidez que Washington le da a la Otan. Las fuerzas europeas tendrán que adaptarse a una nueva realidad en la que dependen exclusivamente de su propio liderazgo y recursos. Y eso deja dudas abiertas.
En un escenario así, cada país decidirá si está dispuesto a actuar más allá de sus propias fronteras. Y ahí es donde la unidad europea se pone a prueba. Hasta ahora, cada nación vio su defensa como algo propio, y el hecho de enviar tropas a defender territorio ajeno no siempre es una decisión popular ni políticamente viable. En este contexto, la Otan perderá no solo capacidad de disuasión y cohesión. Europa se volverá un bloque defensivo disperso y torpe, donde coordinar esfuerzos se convierte en un desafío casi insuperable.
El problema no radica solo en la cantidad de tropas disponibles, sino en la rapidez con la que puedan actuar. A diferencia de EE.UU., con bases militares distribuidas por todo el mundo y una capacidad de despliegue que deja a todos atrás, Europa necesitará más tiempo para reaccionar. Tiempo que Rusia aprovechará para asegurar posiciones y avanzar rápidamente, complicando cualquier respuesta europea antes incluso de que empiece.
En definitiva, si Trump gana y cumple su promesa de desentenderse de la defensa europea, el continente se enfrentrará a una realidad para la que no está preparado. A pesar de los esfuerzos de Francia y el dinero de Alemania, la defensa europea sigue siendo más un sueño que una realidad tangible. Frente a una agresión rusa, la Otan sin Estados Unidos tendría que lidiar con sus propias carencias y divisiones internas. En el peor de los casos, Europa descubrirá que su autonomía defensiva no es más que una ilusión en el momento en que más la necesita.
Las cosas como son.
Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.