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Analistas 03/05/2024

El Hueco que forma empresarios

Natalia González Salazar
Profesora Área de Organización, dirección y estrategia Escuela de Administración Universidad Eafit

El papel de los empresarios es fundamental en el desarrollo económico de un país, ya que puede impulsar el crecimiento económico, fomentar la innovación, generar empleo y contribuir al bienestar general de la sociedad.

El registro y la comprensión de la experiencia empresarial, además, tienen el potencial de ser herramientas valiosas para mejorar las políticas gubernamentales, apoyar el desarrollo empresarial, orientar a los nuevos empresarios e incentivar la investigación académica y el análisis económico.
En Antioquia, contamos con una de esas experiencias especiales, creadas por empresarios, que vale la pena observar con atención. El barrio Guayaquil de Medellín, conocido como El Hueco, ha tenido una significativa trascendencia económica y ha desempeñado un papel preponderante en el desarrollo, tanto de la ciudad como del departamento de Antioquia.

Este lugar se destaca como un núcleo comercial donde convergen actividades tanto formales como informales, y ofrece una amplia variedad de bienes con precios accesibles y diversas calidades, lo cual atrae a clientes y comerciantes al por mayor y al detal. Es conocido por ser uno de los centros comerciales populares más grandes y concurridos de la ciudad, donde los visitantes pueden encontrar ropa, calzado, accesorios, electrónicos, juguetes, artículos para el hogar y mucho más. Esta dinámica comercial, así como su capacidad para atraer a distintos grupos interesados, ha impulsado el comercio, la historia y el turismo en el entorno medellinense.

En El Hueco, sus calles, avenidas, casas y esquinas revelan la historia de un sector que ha establecido conexiones comerciales con el mundo desde finales del siglo XIX y ha evolucionado gradualmente con las dinámicas económicas locales y nacionales. Su cambio ha generado dinámicas comerciales desde la creación de la plaza de mercado en 1894, pasando por la llegada del Ferrocarril de Antioquia en 1914, hasta su transformación en 1952, cuando comenzó a surgir un mercado informal en los alrededores de la plaza, conocido como El Pedrero. Además, fue epicentro de la llegada de los sanandresitos en la década de los 70, quienes encontraron una oportunidad para adquirir mercancías a precios más bajos en la isla de San Andrés, ubicada en el mar Caribe colombiano, conocida por ser un centro de comercio libre de impuestos, para posteriormente revenderlas en Medellín.

Hoy, El Hueco se ha consolidado como una marca registrada y exclusiva del barrio Guayaquil, oficializada desde 1996 ante la Superintendencia de Industria y Comercio, y abarca una extensión aproximada de veinte manzanas en una de las zonas comerciales más prósperas del Valle de Aburrá. Cuenta con una infraestructura que incluye más de veinte centros comerciales, alrededor de 70 pasajes comerciales y aproximadamente 17.000 negocios formales. A su vez, destaca la notable presencia de puestos callejeros que han proliferado en gran medida, superando ampliamente la capacidad inicial de albergar solo 4.500 comerciantes informales y alcanzando un número estimado de más de 21.000.

En este espacio urbano, intersección de calles, carreras y antiguas casas convertidas en pequeños locales comerciales, converge la vida y la actividad comercial de campesinos provenientes de localidades como Marinilla, Santuario, y Granada, quienes han surgido como comerciantes y empresarios y que han ejercido una notable influencia en el desarrollo económico de la ciudad, a través de sus prácticas y redes basadas en la familiaridad, confianza, solidaridad y cooperativismo. Dichas dinámicas han dado origen a lógicas de acción que han sido fundamentales en la construcción de tendencias económicas y sociales sostenibles a lo largo del tiempo en el sector, demostrando una elevada capacidad de adaptación en el contexto de un mundo globalizado.

Estos campesinos, fugitivos del azadón, de la pala y del machete, dejaron atrás los cultivos de papa, maíz, legumbres, hortaliza, verduras y frutas para buscar oportunidades en el comercio de la ciudad. Se dice que esa relación con el campo, con la tierra, con el mundo rural, ayudó al desarrollo de habilidades y prácticas que han trasladado al mundo empresarial, adaptándose a las tendencias y comercializando todo tipo de productos de moda.

La solidaridad y el apoyo mutuo son pilares de esta comunidad, no solo en los establecimientos de negocios propios, sino también en la participación en programas comunitarios: los marinillos, santuarianos y granadinos demuestran un fuerte sentido de comunidad y colaboración, se dicen que son sagaces, visionarios y honran la palabra como única prenda de garantía, la cual vale como respaldo de los negocios que cierran con un apretón de manos. Esto refleja la importancia de la comunicación transparente, la honestidad y el apoyo mutuo en las relaciones comerciales, basadas en la confianza.
Los empresarios valoran la honestidad como un principio fundamental en sus relaciones, lo que contribuye a establecer relaciones duraderas y mutuamente beneficiosas.

Además, el valor del trabajo y el tiempo se refleja en el compromiso y la dedicación de los empresarios hacia sus negocios, así como en el respeto por el tiempo de los demás, y no podemos dejar a un lado la influencia religiosa y la práctica de matrimonios endogámicos, que demuestran que las creencias y tradiciones culturales influyen en las decisiones comerciales y en las relaciones sociales.

También, las prácticas que representan las formas arraigadas y establecidas de llevar a cabo actividades comerciales, han sido transmitidas a lo largo del tiempo. El trueque, convite, natillera, intuición, innovación y creatividad, gestionar el riesgo e incertidumbre, identificación de oportunidades y tendencias, rutas y coordinación logística, son algunas acciones que reflejan la herencia cultural y empresarial de los migrantes del Oriente Antioqueño, quienes han conservado métodos y enfoques comerciales tradicionales en el entorno urbano. Estas prácticas no solo representan la eficacia en el comercio, sino que también contribuyen a la preservación de la identidad cultural de los migrantes en un entorno empresarial dinámico.

El Hueco es un formador de comerciantes, emprendedores y empresarios; es el legado que se transmite de generación en generación. Muchos jóvenes de familia oriundas de Marinilla, Santuario y Granada hoy han optado por la educación universitaria, a través de la cual adquieren conocimientos y habilidades en administración, mercadeo, negocios internacionales, pero también en idiomas como el mandarín, para expandir globalmente los negocios familiares y propios.

Pasar del campo a la ciudad, aprender de la informalidad, buscar la mejor relación con las entidades estatales, formalizar las operaciones comerciales, expandirse y alcanzar el estatus de empresarios con conexiones globales y, sobre todo, integrar las prácticas rurales en un entorno empresarial dinámico, es la herencia que dejan estos empresarios a sus hijos que hoy comprenden que la supervivencia en el ámbito empresarial exige un continuo espíritu emprendedor, creatividad, innovación y una constante disposición a reinventarse.

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