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Analistas 12/02/2022

Atrévase a la banca digital

Natalia Rios Londoño
County Manager de Ualá en Colombia

Entre los años 2020 y 2021, la proporción de consumidores que usaron servicios de tecnologías financieras -fintech- en Estados Unidos subió de 58% a 88% según Plaid. Aunque los norteamericanos van un paso más adelante, los colombianos estamos en el mismo camino. Para entender para dónde vamos en este tema necesitamos ver de dónde venimos.

La banca se creó alrededor del año 2000 antes de Cristo en la Antigua Mesopotamia cuando aparecieron los préstamos de granos y semillas para los agricultores quienes los pagaban con sus cosechas. Durante el Medioevo los bancos evolucionaron y se enfocaron en financiar la agricultura y las expediciones por las rutas de la seda.

En el siglo XVII empezó la banca moderna con deudas y depósitos. Su función primordial consistió en intermediar la relación entre quienes tenían más de lo que necesitaban, para permitirles ahorrar sus excedentes, y quienes tenían menos de lo que requerían, para facilitarles préstamos. Así, instalaron sucursales físicas que inspiraran confianza entre sus usuarios.

A mediados del siglo XX, el factor determinante para definir qué institución financiera se debía utilizar era la cercanía de la sucursal a la casa del usuario. Contar con muchas oficinas de atención era muy favorable para un banco a la hora de captar clientes; sin embargo, se generaban brechas, por ejemplo, con personas que se quedaban por fuera del sistema por no existir sedes bancarias en las zonas rurales. Adicionalmente, el personal en cada oficina era necesario para completar los procesos manuales propios del día a día de estas instituciones.

Hoy, las necesidades han evolucionado. Por tanto, la confianza, la manualidad y la conveniencia están siendo resueltas con tecnología y regulación, lo cual permite disminuir los costos para los usuarios de manera radical. Para dar un ejemplo, la mitad de los clientes de plataformas financieras digitales, en Estados Unidos, reportaron un ahorro de aproximadamente cincuenta dólares al mes, en comparación con la banca tradicional. Otra de las ventajas del uso de estas plataformas consiste en que acerca los servicios financieros a todas las personas, sin importar su lugar de residencia. Esa es la revolución de la banca digital.

Para el año 2020 más del 60% de los colombianos tenía teléfonos inteligentes; y el porcentaje viene subiendo año tras año. Esto significa que una gran cantidad de ciudadanos tiene la posibilidad de tener su sucursal en el bolsillo para hacer transferencias y pagos, y acceder al servicio al usuario, todo ello desde su celular.

El miedo, la desconfianza y el desconocimiento a veces nos cohíben de dar el salto a la banca digital; lo cual no debería ser así. Nuestro país es uno de los más avanzados de la región en materia de regulación. La Superintendencia Financiera vigila a todas las entidades que captan dineros del público, con el propósito de garantizar un seguimiento diario a sus operaciones. Además, estas instituciones están amparadas por Fogafín para dar así, una capa adicional de tranquilidad a los usuarios.

Invito a todos los lectores a que no se intimiden por lo desconocido y se den la oportunidad de descargar una aplicación que les permita abrir una cuenta de ahorros desde cualquier parte del país en menos de cinco minutos, solo con la cédula; sin cuota de manejo, sin cobro por consignaciones, sin cargos por transferencias y con el amparo del regulador. Como decía la famosa campaña de Colombia: “el único riesgo es que te quieras quedar”, pero en este caso, en la banca digital.

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