.
Analistas 17/06/2023

El síndrome del tiburón fuera del tanque

Natalia Zuleta
Escritora y speaker
Natalia Zuleta

¿Dónde buscar emprendimientos? Es la pregunta que me lleva a escribir hoy después de vivir una experiencia sorprendente en el colegio en el que trabajo como directora de Innovación y en el cual organizamos el primer Shark Tank con estudiantes de décimo grado del Gimnasio Fontana que tenían sus proyectos surgidos a partir de la cátedra de emprendimiento.

El emprendimiento se ha convertido en una de las banderas de las economías emergentes para señalar su potencial de innovación y crecimiento ante el mundo. Son en sentido metafórico las estrellitas brillando al final del túnel para muchos países en búsqueda del crecimiento económico, la visibilidad y la competitividad.

En ese vasto universo de la creación de modelos de negocio el camino exploratorio normalmente aterriza en lugares comunes para buscar ideas creativas que tengan un futuro por delante. Los inversionistas privados y fondos de capital buscan ávidamente con apetito de tiburones pequeñas ideas que se transformen en grandes negocios de impacto social.

Y en un mundo competido y en donde las nuevas tecnologías proveen un más fácil acceso a la información y la creación, la búsqueda puede convertirse en una travesía oceánica. Debo confesar que no soy experta en start ups pero escribo desde una perspectiva de lo que implica en su proceso evolutivo para un ser humano emprender a partir de un propósito personal y espiritual.

Para mi sorpresa la experiencia con los invitados externos de diferentes sectores y compañías que buscan ideas de negocio innovadoras es que nuestro colegio es una especie de océano azul para los emprendimientos, un lugar inexplorado, pero con grandes riquezas para la creación.

¿Por qué un colegio? Porque el colegio es una especie de réplica social de un colectivo organizado bajo unas jerarquías, unas normas y una cultura que surgen a partir de una misión, visión y valores compartidos.

Esa diría yo que es una gran fortaleza y abono para ideas coherentes, inspiradas y fértiles pues a diferencia de un país o una ciudad, en una comunidad educativa todos sus miembros crecen en total acuerdo y convivencia con una serie de valores e ideales que los acompañan a lo largo de su proceso de crecimiento y aprendizaje.

Esta posibilidad infinita de aprendizaje y auto descubrimiento que hay en un colegio lo hacen un lugar seguro para el error. Una condición inevitable al emprender, testear ideas y lanzarlas al mercado. Al promover la búsqueda del propósito personal y el desarrollo de talentos el colegio genera un ambiente rico para la transformación social que parte del proyecto de vida de cada individuo.

Fue sorprendente ver cómo los estudiantes que han crecido en una metodología que promueve el pensamiento creativo y sostenible y la felicidad, lograron explorar e identificar realidades particulares del entorno y conectarse con desafíos comunes.

Sus emprendimientos tuvieron que ver con problemáticas tales como la movilidad, la inseguridad y el acoso, realidades con un impacto social innegable. Esto podría derrotar supuestos que hablan de los jóvenes como personas que piensan poco o nada en temas trascendentales.

Sus presentaciones demostraron todas las cualidades necesarias de un buen emprendimiento, pero con un ingrediente adicional provisto por la condición de ser estudiantes creativos, conectados con su propósito y con deseos de ponerlo al servicio del mundo.

En el proceso identificaron una necesidad con empatía y curiosidad, vieron una oportunidad de innovar en un nicho particular y plantearon una solución sostenible con visión de escala y futuro. Ahora, yo me pregunto ¿cuál es el lugar para buscar estrellitas si no en el cielo? ¿y emprendimientos? Nos podríamos sorprender si buscamos en lugares no comunes, en océanos azules, fuera de los tanques.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA