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Hace poco más de un año, cuando la crisis climática nos obligó a implementar el racionamiento de agua, empezamos a evaluar diversas soluciones con el fin de reforzar la seguridad hídrica para Bogotá, siendo la exploración de aguas subterráneas una de las primeras opciones evaluadas gracias a que, comenzando este siglo, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, Eaab, hizo un primer acercamiento a esta posibilidad mediante una consultoría a cargo de la Agencia de Cooperación de Japón, Jica.
Sus resultados indicaron que, en caso de emergencia, Bogotá podría contemplar la explotación de agua subterránea en unos 60 pozos, que producirían alrededor de 1,3 metros cúbicos por segundo (m3/s) y abastecerían a la ciudad con 15 litros de agua por habitante al día durante tres meses, tiempo estimado para superar el hipotético caso de emergencia; sin embargo, esta cantidad de agua resulta insuficiente para el consumo actual de la ciudad porque, en promedio, cada habitante usa 110 litros de agua al día.
Al mismo tiempo, las pruebas de calidad implementadas en los pozos estudiados revelaron que estas aguas subterráneas contenían altas concentraciones de hierro, manganeso, amonio, sulfuro de hidrógeno y bario, probablemente originadas por las condiciones geológicas del área, situación que dificulta la disposición de este recurso para el consumo humano.
Pero los resultados descritos no nos llevaron a descartar esta posibilidad, por el contrario, nos impulsaron a tenerla como una solución de emergencia disponible, configurando de allí nuestra tercera línea de acción de la estrategia de seguridad hídrica para Bogotá, siempre y cuando podamos disponer de estudios ampliados y actualizados. Es por esto que, junto a varios cooperantes, avanzamos en la evaluación de esta opción como una fuente de agua complementaria o de respaldo constante al sistema de abastecimiento de la ciudad.
Para la nueva consultoría de aguas subterráneas hemos recolectado e integrado la información suministrada por Ingeominas, la Secretaría Distrital de Ambiente, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, CAR, y la academia, que, entre otros aspectos, nos ha permitido conocer más sobre los pozos existentes en la sabana de Bogotá que explotan aguas subterráneas, principalmente para actividades industriales. Los términos de referencia indican que este nuevo estudio puede costar aproximadamente US$1,4 millones y demorarse alrededor de dos años en arrojar los resultados sobre su factibilidad.
Pero además de contar con la información sobre la cantidad de agua disponible en el subsuelo, debemos evaluar la facilidad de su explotación, analizando parámetros como la profundidad de los pozos, la potencia de los equipos que se requieren para su bombeo, la velocidad de recarga de agua al subsuelo para mantener un equilibrio en los acuíferos, la potabilización y la integración de esa agua con el sistema de distribución de agua potable a la ciudadanía.
Es así como, desde la Empresa, continuamos explorando alternativas de mediano y largo plazo con el fin de lograr que Bogotá esté preparada para enfrentar situaciones que comprometan el abastecimiento, capacitada para mitigar posibles riesgos que puedan surgir por la variabilidad climática y con un sistema eficiente, confiable, protegido y con suficientes alternativas de suministro de agua para nuestra capital y los municipios de la sabana.