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Analistas 08/11/2024

Alcantarillado, el segundo nombre del que pocos se acuerdan

Natasha Avendaño
Gerente de Acueducto de Bogotá
NATASHA-AVENDAÑO

Aunque tiene más de 136 años de historia, la Empresa para la cual trabajo ha sido llamada tradicionalmente por la ciudadanía, desde hace mucho tiempo, como el “Acueducto de Bogotá”, tradición que cambia radicalmente cuando se encharcan las calles o cuando algunos desadaptados se roban las tapas de las alcantarillas o las rejillas de los sumideros, porque solo en situaciones como estas es que nos acordamos de su segundo nombre: Alcantarillado.

Sin embargo, cada vez que nos duchamos, nos cepillamos los dientes, lavamos la loza y la ropa, o descargamos el sanitario, esa agua que ya no vemos recorre cientos de kilómetros de tuberías de alcantarillado hasta llegar a la Ptar Salitre, y en el futuro a la Ptar Canoas, para tratarla y entregarla al río.

Mantener en operación esta gigantesca red no es tarea fácil. Hoy Bogotá cuenta con 5.175 Km de alcantarillado sanitario, 3.279 Km de alcantarillado pluvial y 1.745 Km de alcantarillado combinado; para hacernos una idea de su extensión total; si sumáramos estas tuberías y las pusiéramos en línea recta llegaríamos hasta Atenas, Grecia.

Imaginemos entonces la magnitud del trabajo que debemos hacer a diario para mantener esta gran red de tuberías en óptimas condiciones.

Tan solo entre 2020 y 2024 hemos renovado 113 kilómetros de alcantarillado sanitario y 53 de alcantarillado pluvial; construido 30 kilómetros de alcantarillado sanitario y 15 de alcantarillado pluvial y, por la protección de nuestros ríos y cuerpos de agua, hemos eliminado más de 7.700 conexiones erradas.

Y para mantener limpios los más de 450 km de canales de agua con los que cuenta la ciudad, hemos extraído en lo corrido de 2024, en alianza con Aguas de Bogotá, la vergonzosa cifra de 93.000 toneladas de residuos sólidos.

Sin embargo, y lo digo con tristeza, el mal uso que muchas personas hacen del alcantarillado logra que este trabajo resulte insuficiente.

Por eso hemos activado campañas como “Que el amor no contamine”, con la que buscamos que las personas no arrojen condones al sanitario; o la de “Cada uno por su lado, como el agua y el aceite”, dirigida a propietarios de restaurantes y ciudadanía en general para que no boten el aceite usado por el sifón, sino que lo embotellen y dispongan en los más de 130 puntos autorizados por la Secretaría de Ambiente en la ciudad; o la de “El sumidero no es basurero” un llamado a la conciencia ciudadana para que, sin importar su tamaño, depositen los residuos sólidos en las canecas y no en las calles, ya que van a parar en el alcantarillado.

Hoy hago un nuevo llamado a que guardemos el papelito o la envoltura en el bolsillo hasta llegar a casa, a que depositemos la colilla del cigarrillo o el chicle en la caneca y a que al sifón solo vaya lo necesario.

Porque en días lluviosos como los actuales, los encharcamientos se generan por estas malas prácticas. Recordemos siempre, aunque hay un servicio que no vemos, su operación es fundamental para el buen funcionamiento de la ciudad: el alcantarillado.

Ñapa: Que llueva en Bogotá no significa que esté lloviendo en el embalse de Chuza, que está a más de 40 Km de la ciudad. Sigamos cuidando el agua, pues el sistema Chingaza está en un nivel de llenado de 45% (históricamente estaríamos en un 66%). Cada gota cuenta.

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