Analistas 15/02/2025

Protegiendo el agua, cuidamos la vida

Natasha Avendaño
Gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá
NATASHA-AVENDAÑO

Durante la primera mitad del siglo pasado, la entonces Compañía del Acueducto de Bogotá tuvo que enfrentar uno de sus más graves problemas: la contaminación de las fuentes abastecedoras que debía usar para distribuir agua en las pilas públicas de la ciudad y algunos predios que contaban con acometidas domésticas, y así satisfacer la necesidad de este recurso vital a los habitantes de Bogotá.

Pero el agua no era de la mejor calidad, porque se tomaba de los ríos San Cristóbal y San Francisco que corrían libres desde los cerros orientales y, en su recorrido, se encontraban con animales que aprovechaban sus aguas para refrescarse y, de paso, para dejar allí sus excrementos; o con personas que, orilladas en su cauce, lavaban ropas; o con los residuos arrojados por industrias y comercios.

Así fue por muchos años hasta que en 1956 el Distrito transfirió a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá unos predios adquiridos años atrás en las cuencas hidrográficas abastecedoras del Sistema Sur, alrededor de los ríos Tunjuelo y San Cristóbal, y en las del Sistema Norte, en inmediaciones del río Bogotá.

Y es a partir de la década de 1970 cuando la Empresa inició la adquisición directa de los predios que hoy conocemos como Sistema Chingaza y que alberga, entre otros afluentes, a los ríos Blanco, Guatiquía, Guayuriba y Teusacá, desde el nacimiento del agua hasta el lugar de su captación, logrando así un control sobre estas zonas, limitando el acceso a terceros, protegiendo los ecosistemas de flora y fauna circundante e impidiendo actividades ajenas a la captación de agua para consumo humano.

Actualmente, contamos con más de 36.000 hectáreas en estas cuencas hidrográficas abastecedoras, representadas en 240 predios, que equivalen a unos 49.000 campos de fútbol, con los cuales garantizamos que el agua entregada a los habitantes de Bogotá y de 11 municipios de La Sabana esté protegida desde su nacimiento hasta la planta de tratamiento donde se purifica.

Alrededor de 30.000 hectáreas están ubicadas en la zona de influencia del páramo de Chingaza, en el departamento de Cundinamarca; es decir, casi 40% de la extensión del Parque Nacional Natural Chingaza es propiedad de la Empresa, lo que nos permite cuidar y proteger este santuario de agua y de vida.

Gracias a nuestra gestión, hoy no solo garantizamos la calidad del agua, sino que cuidamos todo el entorno para salvaguardar la vida de más de 380 especies de plantas en el páramo de Chingaza, entre las que se encuentran líquenes, musgos de pantano y miles de frailejones centenarios que atrapan el agua del ambiente y la retornan a la tierra, contribuyendo al sostenimiento de las fuentes; trabajo sumado al de la protección de más de 400 especies de animales como el oso andino, el venado cola blanca, el cóndor de los andes, el puma y la zarigüeya, entre cientos más.

Así mismo, en los cerros orientales y en varias zonas de la ciudad, preservamos también la integridad de más de 500 especies de flora y 120 especies de aves como colibríes, golondrinas y cucaracheros; de mamíferos como zorros, tigrillos y zorrillos, y de reptiles como salamandras, lagartijas o la hermosa rana sabanera, que por cierto inspiró la creación de Renacua, la mascota del Acueducto de Bogotá.

La fauna y flora que a través de los años hemos protegido, contribuye a conservar el equilibrio de los ecosistemas y a salvaguardar nuestras fuentes de agua.

Son estos predios, adicionales a los que tenemos en nuestras fuentes abastecedoras y que suman alrededor de 41.000 hectáreas, los que nos permiten conservar el patrimonio ecosistémico y público de Bogotá, nuestra casa, y nos llevan a decir hoy con orgullo que, con estas acciones, Cuidamos el Agua para Cuidar de Ti.