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ANALISTAS 02/08/2024

Tres proyectos que garantizarán el agua para el siglo XXI

Natasha Avendaño
Gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá
NATASHA-AVENDAÑO

En 1966, cuando Francisco Wiesner y su equipo diseñaron el sistema Chingaza, plantearon la construcción de tres embalses: La Playa, Chuza y San Rafael, con los cuales garantizaban una acumulación de agua para uso plurianual y, además, se aseguraba el suministro para las futuras generaciones. Debido a cuestiones presupuestales de la época, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá -Eaab- decidió materializar dos de estas infraestructuras dejando a “La Playa”, para después y con la esperanza de que, de acuerdo con las necesidades, se considerara su construcción cuando las condiciones así lo permitieran.

Lamentablemente, en administraciones anteriores este proyecto quedó aplazado casi que indefinidamente, pero hoy, después de que millones de colombianos experimentáramos los reales y nefastos efectos del cambio climático, debemos retomar la discusión técnica sobre su viabilidad como un proyecto indispensable para garantizar la continuidad del servicio en los próximos años.

Según los estudios adelantados por la Empresa, con la actual infraestructura se tiene asegurado el abastecimiento hasta 2033 para Bogotá y los municipios a los que prestamos los servicios y, por esto, para garantizar la seguridad hídrica del resto del siglo, es indispensable tomar decisiones sobre las alternativas que hoy se encuentran sobre la mesa: la viabilidad técnica y ambiental para la ejecución del proyecto La Playa; el aprovechamiento del agua del embalse de Tominé, mediante la construcción de una línea de aducción directa a la planta de Tibitoc y la respectiva ampliación del caudal concesionado por parte de la autoridad ambiental, y, el uso de aguas residuales tratadas con el fin de aprovechar un caudal que permita disminuir el uso de agua potable en actividades que no lo requieren. Todo esto mientras se adelantan estudios de factibilidad sobre otras alternativas de abastecimiento, como el aprovechamiento de aguas subterráneas.

El primero debe obtener la viabilidad ambiental ante la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales - Anla, ya que para su construcción debemos inundar 100 hectáreas de propiedad de la Empresa en el páramo de Chingaza y que han sido objeto de protección, cuidado y manejo desde que se encuentran a su cargo. Este proyecto tendrá una capacidad útil de 135 millones de metros cúbicos, mediante una presa construida sobre el río La Playa y cuyas aguas se tratarán en la planta de tratamiento Francisco Wiesner.

El segundo deberá ser objeto de estudios a nivel de factibilidad para la construcción de la línea de aducción y avanzar en el proceso de adquisición de los predios y del embalse de Tominé con el Grupo de Energía de Bogotá, siempre y cuando se asegure la cesión a la Eaab de las concesiones de agua de los ríos Bogotá, Aves y Siecha.

Y el tercero, dependerá de obtener las autorizaciones ambientales sobre los vertimientos, hoy de la Ptar Salitre y en un futuro de la Ptar Canoas, y del sistema de distribución que la empresa diseñe para su utilización de una manera sostenible y confiable.

Es así como, acudiendo a la responsabilidad social con la ciudadanía y a la excelencia técnica que ha caracterizado al Acueducto de Bogotá en sus 136 años de historia, asumimos estas grandes apuestas que nos permitirán asegurar que el agua alcance para todos durante el resto del siglo XXI.

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