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La comunidad científica global viene implementando novedosas metodologías en la carrera por el desarrollo de la vacuna del coronavirus. Tal vez la más promisoria metodología (pero aún no probada) consiste en una nueva generación de vacunas basadas en el uso del código genético RNA-Mensajero (M-RNA) del Virus.
Bajo este método, el M-RNA daría instrucciones a la célula para la fabricación de proteínas similares al “Spike-Protein” (SP, proteína de superficie del covid-19), generando reacciones del sistema inmunológico (producción de anticuerpos), ver WSJ, julio 1/20. Cifras del Milken Institute estiman unos 150 proyectos de vacunas activos actualmente; 17 se encuentran en fases de pruebas con humanos (7 basados en tecnología M-RNA).
Una ventaja de las vacunas M-RNA radica en su potencial mayor velocidad de producción y menor costo a escala masiva, al no requerir la incubación de virus o proteínas por varios meses.
La vacuna de la firma Moderna (Massachussets) fue de las primeras en iniciar testeo en humanos, obteniendo resultados preliminares en fase 2 (600 individuos) al cierre de mayo. Las pruebas masivas fase 3 iniciarán a mediados de julio, testeando 30.000 individuos. El gobierno americano ha invertido cerca de US$500 millones solo en dicho desarrollo, incluyendo alistamientos para posterior escalamiento-producción masiva.
En la metodología de desarrollo de vacunas “tradicionales” (non-replicating viral vector vaccines), la vacuna provee el material genético del SP contenido en una forma “debilitada” del virus del resfriado común (vector que transporta el material genético al interior de la célula, procedimiento usado en vacuna Ébola y similares).
Tal vez la vacuna de este tipo en etapa más avanzada es aquella del asocio de Universidad de Oxford y AstraSeneca (proveyendo las capacidades de manufactura-logística en masa). Ya se han iniciado estudios fase 3, cuyos resultados preliminares sobre seguridad-eficacia se tendrían tentativamente en agosto-septiembre. Se estima que aprobación para uso general, lo cual requiere múltiples estudios fase 3, podría venir a inicios de 2021, ver The Economist, julio 2/20.
La idea de usar RNA en vacunas contra virus y tratamientos del cáncer ha sido un arduo campo de trabajo por varios años, pero se han tenido dificultades en pasar de fases de uso experimental. Cada método tiene sus ventajas: la plataforma RNA tiene flexibilidad, velocidad en su desarrollo-manufactura y mayor potencial de escalamiento (mayor número de dosis por unidad de material genético). El bemol de dichas vacunas M-RNA es la ausencia de estudios sobre sus efectos de largo plazo, ver Washington Post, julio 5/20.
Todo ello probablemente implicará que no habrá variante única de vacuna. No solo porque se requerirán diferentes tipos de tratamiento para suplir demanda mundial de dosis, sino porque diferentes métodos pueden arrojar variados perfiles de eficacia (primeras versiones pueden no ser las más efectivas-expost). Resta ver el resultado de recurrentes estudios masivos-fase 3 sobre pregunta fundamental de seguridad-eficacia de vacunas (así como su período de inmunidad, donde se trabaja con hipótesis de requerimientos de dosis repetidas-estacionales).
Los cronogramas TENTATIVOS nos hablan de mediados del año 2021, lo cual sería un logro histórico vs. los 4-8 años requeridos en dichos desarrollos científicos. Dejo para próximas entregas el análisis geopolítico derivado del desarrollo de la vacuna (China vs. USA-UK) y la compleja priorización en la cobertura de su población.