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Se avecina un año electoral, y en esta ocasión ya muchos se atreven a decir que serán unas campañas “duras” que fomentaran la polarización en nuestro país. Ya muchos alistan sus celulares y teclados para defender a capa y espada a sus candidatos en la diferentes redes sociales. Es por esto que me tomo el atrevimiento de hacer una llamado al sentido común.
El artículo 20 de la Constitución Política de Colombia garantiza a todas las personas “la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones”, mencionado artículo es lo que en nuestro país conocemos como LIBERTAD DE EXPRESIÓN, un derecho que todos los colombianos poseemos, derecho que nos faculta a exteriorizar nuestras opiniones sin miedo a una retaliación o censura. Un derecho que muchos utilizarán para defender o atacar posturas, para opinar y para participar en un debate electoral.
Cuando hablamos de libertad de expresión es importante recordar aquella frase de Jean Paul Sartre, “mi libertad termina donde empieza la tuya”, una frase tan simple pero tan llena de contenido. Una frase que nos invita a reconocer que el hecho de poseer libertades, implica reconocer que en los demás recaen las mismas libertades, por lo tanto debo vivir de una forma tal que nuestras libertades no choquen. En resumidas, ejercer mi libertad frente a los demás como me gustaría que los demás la ejercieran frente a mi.
Lo anterior suena muy sencillo, sin embargo, es un tema que en el mundo jurídico ha generado un sin fin de debates, sobre qué limites debe tener el derecho a la libertad de expresión de cada uno de los miembros de una sociedad. Sin mencionar lo difícil que es aplicar dicha máxima en un mundo que gira en torno a las redes sociales a una velocidad que ni siquiera da tiempo de pensar antes de opinar.
Entre los diferentes limites que debemos aceptar a nuestra libertad de expresión el más importante y sencillo debe ser el sentido común, reconocerme como parte de una sociedad, y no actuar de una manera arbitraria frente a los demás y sus características. Entender que mis palabras tienen injerencia en una discusión democrática, y que deben ser manifestadas de manera respetuosa y honesta. Así como yo quiero opinar sobre mi candidato o partido, debo reconocer que el otro tiene el mismo derecho, sin importar en qué esquina ideológica nos encontremos. Por esa razón, al momento de expresarme sobre aquellas personas que no piensan como yo, debo hacerlo en la manera en que yo espero que ellos se refieran a mi.
En un Estado Social de Derecho el derecho a la libertad de expresión no solo tiende a la realización personal de quien se expresa, sino a la consolidación de sociedades verdaderamente democráticas. Es por todo lo anterior que si cada uno de nosotros limita su libertad de expresión con una pequeña cantidad de sentido común, tendremos un debate más decente, más profundo y por lo tanto una Colombia más democrática.