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Organizaciones internacionales y gobiernos de todo el mundo han condenado las acciones terroristas de los últimos meses en distintos países. A pesar de sus esfuerzos, las organizaciones terroristas han logrado operar en la sociedad del siglo XXI, lo cual se debe en parte a su empleo de herramientas tecnológicas y redes sociales. A raíz de lo ocurrido hace unos días en el Centro Comercial Andino, esto merece una reflexión especial.
Mediante Internet y diferentes plataformas tales como Google, Facebook y Twitter, las organizaciones terroristas y los lobos solitarios propagan sus ideologías generando dinámicas de apología, incitando a personas a cometer atentados terroristas y buscando financiación. Es por esto que se ha incentivado la creación de políticas gubernamentales que buscan ponerle límites al contenido de estas plataformas. Sin embargo, ¿es esto suficiente?
La primer ministra del Reino Unido, Theresa May, condenó los actos terroristas ocurridos este año en el London Bridge, los cuales dejaron siete personas muertas. En el programa Q & A fue contundente al afirmar que las grandes plataformas de tecnología ofrecían un espacio de propagación para estas organizaciones terroristas. Por su parte, el senador David Leyonhjelm -del Liberal Democratic Party de Australia-, afirmó que ello era como culpar a una compañía de teléfonos por el hecho de que ladrones conspiren para robar un banco: “es ridículo”, dijo.
Las grandes compañías ya se han pronunciado. Twitter anunció en agosto de 2016 que había suspendido 235.000 cuentas de sus servicios, por propagar ideas terroristas. Google afirma haber removido 14 millones de videos, relacionados con temas terroristas en 2014. El creador de Facebook, Mark Zuckerberg, dijo haber diseñado un plan para que sea la inteligencia artificial la que revise los contenidos publicados en Facebook y así lograr evitar propaganda terrorista, aunque advirtió que esto tomaría tiempo.
El problema no está lejos de los estrados judiciales. En una corte federal de California, se presentó una demanda donde culpan a Google, Facebook y Twitter, de ayudar al ataque terrorista de San Bernardino en el que murieron 14 personas en 2015. Los demandantes afirman que estas empresas, sin ningún tipo de control, proveen a miembros de Isis con cuentas y usuarios para divulgar propaganda extremista, buscar financiación y atraer a nuevos miembros.
Esta situación no es ajena a nuestro país. Con lo ocurrido el sábado 17 de junio en el Centro Comercial Andino por la explosión de un petardo, empezaron a circular -a través de redes sociales- una serie de noticias falsas sobre posibles atentados terroristas en otros centros comerciales. Esta propagación empezó a hacer un eco al terror en Bogotá, lo cual es una muestra de cómo los terroristas una vez más utilizan estas herramientas tecnológicas para cumplir sus propósitos.