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La semana pasada se presentó el informe ‘Global Latam La internacionalización de las empresas latinoamericanas’, que analiza la inversión procedente de la región en España, confirmando un crecimiento de 138% en 2023. Más de $2.835 millones de euros en un solo año, hasta sumar $66.883 millones acumulados desde 1993. Una inversión que se reparte entre 600 empresas y sostiene 47.000 empleos directos.
Datos que hacen de Latinoamérica el cuarto inversor mundial en España, destacando México o la propia Colombia, con $4.492 millones y 6,8% de toda la inversión. Y parece que la tendencia se acelera, confirmando que la mejor prueba de la que Iberoamérica existe son sus empresas. Entre las razones de este crecimiento, como recoge el Barómetro de la Inversión Latinoamericana en España (una contribución del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica a este estudio), 70% de las compañías destaca el posicionamiento geográfico como puente natural con la UE y su mercado de 450 millones de ciudadanos. Y hasta 78%, el idioma y cultura común.
Tampoco la cartera de sectores para de ampliarse: comenzó por el inmobiliario y ahora se extiende al retail, restauración, alimentación, nuevas tecnologías o el deporte, incluida la compra de equipos de fútbol. Y es que, como siempre digo, si de verdad crees en tu empresa, debes ir a otros países. Es la prueba del algodón que demuestra que el éxito de tu proyecto es lo que ofreces, las metodologías, la cultura, los equipos, y no solo el conocimiento del lugar y el espacio de confort. Sin olvidar que hay negocios que nacen y tienen sentido por la propia especialización en un país.
Por otro lado, ser global siempre te hace ser mejor y más empresa. No solo tus productos o servicios, toda la estructura de la compañía tiene que prepararse para ser global. Tienes que innovar más rápido, porque competir simultáneamente en diferentes mercados te obliga a incorporar más deprisa los cambios.
Pero una adquisición o una inversión en el exterior no es solamente una operación financiera. Debemos tener presente que, en cualquier operación de este tipo, la comunicación es clave. Cuando veo análisis de viabilidad que se han hecho con una hoja de Excel, sin tener en cuenta la necesidad de una estrategia ante los grupos de interés, pienso que esa compañía va directa al desastre.
Es difícil entrar en un nuevo mercado con éxito si previamente no has hecho un plan de relaciones institucionales, corporativas (con los empresarios que ya están), con la sociedad y entendiendo la sensibilidad de los futuros empleados y clientes. No basta con cuidar la reputación desde el minuto cero. Es esencial una labor de divulgación y didáctica previa sobre el terreno. Las negociaciones no se ganan solo en la mesa. Hoy relato, cultura, mapa de actores, diálogo, las redes son clave para un buen cierre y un mejor inicio.
Evitar riesgos, desactivar amenazas y generar alianzas requiere colaboradores que conozcan la realidad en la que nos vamos a desenvolver. Es mejor destinar parte de la inversión a evitar posibles rechazos que a reparar daños irreversibles, incluida la retirada del mercado. El mundo está evolucionando y las empresas, para sobrevivir y evolucionar, tienen que aprender a ser multinacionales; sin olvidar que no hay dos países iguales y que cada entrada en un mercado es distinta. Si te equivocas, el coste será mayor que el beneficio. Por eso, si no puedes contar que ganan todos con la operación, cuál va a ser tu propósito (no solo que ganas tú), es que no has hecho bien los deberes.