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Analistas 29/07/2024

Ciudades que transforman países

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA

Que el futuro es de las ciudades, no es una hipótesis; es una realidad. Los datos del Banco Mundial son contundentes: En 2007, por primera vez en la historia, más de 50% de la población mundial vivía en ciudades; hoy ya es 56% -más de 4.400 millones de personas- y generan 80% del PIB mundial; y en 2050 se estima que cerca de 70% de la población vivirá en ciudades.

En el siglo XXI las ciudades son uno de los mayores activos y fortalezas de los Estados, que las deben situar en lo más alto de sus agendas. Las ciudades son motores de crecimiento que, mediante políticas adecuadas, aceleran el reequilibrio.

Los empresarios sabemos bien la importancia de las metrópolis para nuestros negocios: son el entorno más inmediato donde nos desenvolvemos. Por eso, en el último congreso del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (Ceapi) les dimos el protagonismo que se merecen.

Contamos con la participación de los alcaldes de Madrid, José Luis Martínez Almeida; de Santo Domingo, Carolina Mejía; de Bogotá, Carlos Fernando Galán; de Medellín, Federico Gutiérrez; de Cali, Alejandro Eder; y de Cartagena de Indias, Dumek Turbay. Ciudades que suman más de 20 millones de habitantes y cuyos líderes, como pudimos comprobar en todas sus intervenciones, están dispuestos a remar a favor del crecimiento de sus países.

Aprovechar al máximo ese potencial pasa por coordinar la acción de las diferentes administraciones. Desafíos cómo erradicar la criminalidad; dotarse de conexiones de comunicación globales, o abordar proyectos de regeneración urbana que eviten bolsas de marginalidad deben ser respaldadas por los Estados.

Simultáneamente, las ciudades concentran capital humano, talento, innovación y oportunidades de negocio. Pero todo ello, se debe completar con una calidad de vida marcada por la seguridad, la sanidad, la educación, el transporte o la vivienda. Todos son factores de competitividad que deben estimular una mejora de la oferta de servicios para atraer inversiones. Conseguirlo pasa por nuevos modelos de cogobernanza presididos por valores democráticos pero que incorporen criterios de gestión empresarial.

Los gobiernos deben confiar en sus ciudades, dotarlas de más recursos, y dar pasos hacia la descentralización. Por su parte, las propias ciudades tienen que establecer diálogo con los sus grupos de interés, porque definir el futuro de una ciudad es responsabilidad de todos los que forman parte de ella. Deben crearse foros de participación y debate de la sociedad civil para alcanzar objetivos colectivos.

Por ejemplo, Madrid Futuro es una entidad promovida por el Ayuntamiento que acaba de nombrar a Ceapi miembro de honor con el fin de ser la capital de la inversión iberoamericana en Europa. Del mismo modo que Medellín aspirar a ser la capital de la IA y un espacio abierto a nómadas digitales; Cartagena, un destino global por su historia, cultura y ocio; Cali una ciudad multiservicios; o Bogotá y su apuesta por los barrios vitales, donde todo vuelve a medirse en la escala humana.

Pero para alcanzar sus objetivos, como si fueran empresas, tienen que definir qué papel quieren desempeñar dentro de un entorno global. Es decir, desarrollar estrategias para posicionarse a nivel nacional, iberoamericano y mundial; elegir las señas de identidad por las que quieren ser reconocidas, o definir su oferta de valor añadido. En definitiva, demostrar que son territorios inteligentes capaces de satisfacer las expectativas de quienes deciden desarrollar su proyecto vital o empresarial en ellas. Y me consta que las grandes ciudades de Colombia quieren jugar en la primera división; ocupar en el mapa el espacio que les corresponde.

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