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Faltan 10 días para que se celebre en Santo Domingo la Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, los días 24 y 25 de marzo. La primera gran cita de un año decisivo, tanto para los gobiernos de los países de la región como para sus empresas, ya que; ambos compartimos el desafío de ganar competitividad en un nuevo contexto geopolítico en el que es necesario buscar aliados sólidos y fiables.
No basta con atraer inversores de cualquier parte del mundo: es importante que compartan un proyecto de país y sociedad, así como unos compromisos ambientales. La meta es clara: hacer que Latinoamérica, gracias a su conexión con Europa y su proximidad a Estados Unidos, deje definitivamente de ser una región periférica. Un proceso con una doble dimensión interna y externa.
Y lo primero es abordar ese proceso interno que pasa por impulsar reformas institucionales para fortalecer la democracia y mejorar la gobernanza; pero también para adecuar el tejido productivo a la IV Revolución Industrial marcada, entre otros aspectos, por el impacto de la inteligencia artificial. El resultado debe ser un modelo que compatibilice crecimiento económico con desarrollo social, conceptos que hoy solo se entienden si van de la mano.
Es mucho lo que está en juego en esta cumbre y su lema nos da una idea de los ambiciosos objetivos que hay sobre la mesa: Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible. Me centraré en tres:
El diseño de una nueva arquitectura financiera que permita a los Estados afrontar los retos actuales. Para ello hay que facilitar el acceso a más recursos con costes de financiación contenidos. Y, simultáneamente, aumentar su capacidad de generar recursos propios mediante un sistema impositivo que se beneficie del incremento de la renta media de los ciudadanos, pero que no aumente la presión fiscal.
La aprobación de una Carta Medioambiental Iberoamericana que marque las reglas del juego para la transición a una economía verde, inteligente y circular. Un compromiso con el medioambiente, pero también con la reducción de la pobreza y la desigualdad. Proteger el medioambiente es proteger el patrimonio y la riqueza de Latinoamérica (que concentra 60% de la biodiversidad y 30% del agua dulce del planeta); pero también es la mejor defensa ante un cambio climático que puede ser letal para la región en forma de catástrofes y pérdida de recursos naturales.
La carta Derechos Digitales como instrumento de lucha contra la brecha digital, facilitando el despliegue de infraestructuras de telecomunicaciones de última generación, fomentando el conocimiento, y aumentando las oportunidades de formación, teniendo en cuenta que un capital humano cualificado es una de las principales bazas competitivas.
Mi experiencia al frente de una empresa presente en la región desde hace casi dos décadas y que opera en 15 países me dice que es el momento de actuar. La Cumbre Iberoamericana no puede ser un punto y seguido. Tiene que ser un punto de inflexión. Nadie ha dicho que el camino sea fácil, pero merece la pena que lo intentemos juntos.
Porque, si en esta cita de Santo Domingo los protagonistas son los gobiernos, en el congreso del Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica que se celebrará en Madrid del 30 de mayo al 1 de junio, seremos las empresas las que asumamos nuestras responsabilidades, conscientes de que somos parte de la ecuación para ganar el futuro. Por último, la cumbre UE- Celac de mediados de julio será el momento de abordar la dimensión externa.