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En la era de la comunicación inmediata de tú a tú con nuestros clientes, las empresas necesitan contar con un nuevo perfil de profesional 2.0, con manejo de las redes sociales y con influencia entre sus seguidores. Colaboradores de los que depende en gran medida, y cada vez más, la reputación y, por tanto, el éxito de nuestra empresa.
Los nuevos perfiles profesionales escogen su lugar de trabajo por factores intangibles como la responsabilidad social, la transparencia, las políticas de inclusión o de desarrollo profesional. Si conseguimos ofrecerles una propuesta atractiva, podremos sacar partido de la marca personal de nuestros profesionales. Pero, para ello, los responsables tendremos que comenzar dando ejemplo, siendo los primeros en adquirir una presencia relevante y activa en las redes sociales, siendo los mayores y más relevantes embajadores digitales de la compañía. Tratando de ser los más avanzados y avezados poseedores de una marca personal en la Red. ¿Cómo?
Para que nuestra estrategia tenga impacto positivo es necesario construir una marca personal digital que no se quede solo en el envoltorio; una marca que tenga un producto excelente, que posea un valor diferencial único, que sea auténtica y ayude a sacar provecho de las oportunidades de comunicación que brinda el cada vez más amplio ecosistema digital. No podemos ni debemos buscar únicamente la reputación a corto plazo, ya que una marca personal de éxito debe ser sostenible en el tiempo y forjarse un prestigio.
Una de las claves será elaborar cuidadosamente una red de contactos propia, identificando y siguiendo a los verdaderos influencers que marcan tendencia en nuestro sector y participando activamente en grupos y foros especializados. Algo que aconsejo reforzar con la asistencia a eventos, conferencias, jornadas…, actividades que nos permitirán ganar en notoriedad y aumentar nuestro posicionamiento como expertos y referentes en nuestro ámbito.
A la hora de impulsar y favorecer la conversación en torno a nuestra compañía, es fundamentar transmitir la responsabilidad que conlleva nuestra actividad en las redes sociales. Todo lo que escribamos, incluso en nuestros perfiles personales, puede afectar positiva o negativamente a nuestra organización y dejar huella. Y esto hay que tenerlo muy claro. En este caso, la comunicación interna jugará un papel fundamental a la hora de tener el control de nuestro relato corporativo para unir fuerzas en una misma dirección y evitar cualquier tipo de distorsión en los mensajes.
Finalmente, tenemos que ser conscientes de las características de cada red y de los beneficios que podemos obtener de las mismas. LinkedIn se ha vuelto fundamental porque nos aporta muchas sinergias: es una gran base de datos profesional; una plataforma de búsqueda de empleo y captación de talento; un entorno en el que mostrar (y hacer valer) conocimientos y aptitudes. Y compartir experiencias y actividades. Pero al mismo tiempo, redes personales como Twitter, Facebook o Instagram son también excelentes herramientas de autopromoción, que generan tráfico para la web de la empresa y ofrecen información inmediata sobre tendencias.
Una empresa sin un CEO o líderes “sociales” va a ser menos competitiva. Es algo que cada día es más evidente. Tal y como aseguraba no hace tanto Jack Welch, ex-CEO de General Electric: “Si el ritmo del cambio en el interior de una organización es inferior al del cambio en el entorno, estoy convencido que el final de la empresa está a la vista”.