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Por su compromiso con el entorno, su vocación de negocio a largo plazo y los sólidos valores y principios en los que asienta su actividad, la empresa familiar representa uno de los pilares básicos de la economía de un país. Y esto es especialmente cierto en Iberoamérica. En España, por ejemplo, las empresas familiares representan 85% de la red empresarial y 75% del empleo privado. En Colombia, constituyen gran parte del sector privado, sumando más de 500.000, el 70% del total de compañías de la Nación.
Conocer de cerca en qué se fundamentan las empresas familiares y dónde radica su éxito, son dos de los objetivos de mi libro La esencia de la empresa familiar. Valores y comunicación, recientemente publicado, y en el que he tenido el honor de contar con la colaboración y la experiencia de más de 50 de empresarios iberoamericanos de 18 países, entre ellos representantes de las familias Sarmiento, Gilinski, Slim, Carvajal, Motta, Servitje… Ellos han aportado su visión sobre el presente y futuro de las compañías familiares y desgranado su punto de vista en primera persona sobre las claves del éxito de este tipo de empresas y su visión.
Mi libro es un recorrido por las experiencias de algunos de los empresarios iberoamericanos más relevantes que dirigen negocios familiares, un proyecto que yo misma como empresaria familiar tenía en mente hace mucho, y en el que he tenido además el orgullo de contar con la colaboración de la Secretaria General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, del presidente del español Grupo Osborne, Ignacio Osborne y del profesor del IESE, Josep Tàpies, que lo prologan con testimoniales y presentaciones.
Creo que una de las claves de la vigencia e importancia de empresa familiar es que es, en sí misma, una ventaja competitiva. La familia será siempre un valioso capital intangible para estos negocios, que contraen un mayor compromiso con el territorio, apuestan por la inversión a largo plazo y tienen presentes los valores familiares y una visión social a la hora de gestionar.
Los fundadores de estas empresas son personas que han convertido su sueño en proyecto e inspiran a las siguientes generaciones. Representan los valores familiares y corporativos, son el ejemplo y la columna vertebral para construir vínculos con el entorno.
La empresa familiar cuenta también con otra arma poderosa: el sentido de pertenencia. Este orgullo de encarnar un proyecto común y la pasión por la empresa son ingredientes imprescindibles para estas compañías. Se necesita dedicar tiempo no solo a la compañía, sino también a la familia para mantener vivo el proyecto.
Y en la buena marcha y la pervivencia de estas compañías hay otro factor fundamental, la comunicación, que da respaldo a los valores como garante de la unión y apuntalan el futuro.
Creo que resulta clave trabajar la comunicación y difundir los valores para lograr la adhesión de los más jóvenes de la familia en el proyecto y mantener la ilusión de proyecto en las generaciones anteriores. Y no soy la única: los protagonistas del libro coinciden en que uno de los grandes retos para garantizar el futuro es la transmisión de los valores y una buena comunicación conforme la familia crece y la empresa se expande.
Y dentro de esta comunicación, la empresa familiar no puede olvidar ya la tecnología: Internet y redes sociales deben ser aliados imprescindibles, especialmente para generar más cohesión y conexión entre los miembros de la familia y llegar a las generaciones de los millennials y los ‘zetas’.