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En el entorno empresarial actual, la deslocalización de nuestros colaboradores se presenta como una tendencia inevitable, pero también como una oportunidad estratégica. Un fenómeno acelerado por múltiples factores como la pandemia, el ‘nearshoring’, las tecnologías emergentes o el teletrabajo que ha transformado la forma en la que las organizaciones se relacionan con su capital humano.
Ya sean grandes compañías que han integrado la deslocalización en su modelo de negocio, como farmacéuticas o grandes tecnológicas; u otras por su estructura disgregada, como el retail textil o de alimentación: o aquellas que, por diversas razones, optan por facilitar el teletrabajo, todas tienen un reto común: crear una cultura corporativa sólida y un sentido de pertenencia fuerte entre empleados de diferentes países o generaciones, que compartan valores y comportamientos colectivos.
Pero ¿qué hacer cuando no es posible establecer lazos tradicionales para involucrar a sus colaboradores deslocalizados? Pues buscar fórmulas innovadoras. La solución pasa, en primer lugar, por generar espacios virtuales compartidos que fomenten el intercambio de experiencias e ideas tanto laborales como personales. Las redes sociales, canales propios o sistemas de mensajería instantánea facilitan esa comunicación abierta, fluida y en tiempo real. Pero hay que promover y dinamizar las conversaciones para que realmente aporten y atraigan a los colaboradores.
Ahí entra el segundo aspecto, la escucha activa como pilar fundamental para satisfacer las expectativas de los colaboradores y combatir la frustración. Las compañías deben ganar transparencia en los procesos de toma de decisiones para generar confianza entre los colaboradores. Todavía hoy, los trabajadores presenciales tienen 24% más de probabilidades de promocionarse que los que trabajan a distancia. Hay que acabar con esa sensación de que no se sienten escuchados.
Y el tercer paso para fortalecer el engagement de los perfiles deslocalizados sería relacionarse con ellos a través de contenido relevante y personalizado. La inteligencia artificial y herramientas para generar contenido puede ayudar a segmentar mensajes para que tengan mayor impacto entre nuestros empleados, adecuándose a sus diferencias culturales, generacionales o geográficas.
Al margen de todo ello, la deslocalización permite relocalizar a los empleados según sus preferencias, ya sea reubicándolos en otros puntos cuando quieran cambiar de lugar de residencia, o facilitando que permanezcan a través del teletrabajo. Un atractivo, sobre todo entre jóvenes y nómadas digitales, que puede ayudar a atraer y retener talento en un mercado laboral competitivo.
La clave del éxito (y hablo desde la experiencia de estar al frente de una consultora de comunicación presente en 15 países de dos continentes) está en que las organizaciones logren mejorar la satisfacción y el compromiso de los trabajadores. De esta forma, darán lo mejor de sí mismos, conviviendo en una cultura empresarial con la que se identifican y valoran. Nuestros colaboradores serán nuestros mejores aliados, y reforzarán nuestra identidad de marca.
La transición hacia un modelo de organización descentralizada y deslocalizada, en muchos sectores, es inaplazable. La distancia ha dejado de ser un concepto que se mide en kilómetros. Romper esa brecha, siempre que nos aseguremos que nuestros colaboradores están alineados con la estrategia y cultura de la empresa, permite ganar flexibilidad, atraer más talento, fomentar la diversidad y mejorar la competitividad.