El panorama oscuro del aire urbano

Colombia necesita encaminar su desarrollo económico en una dirección ambientalmente más sostenible y socialmente más equitativa, por lo que es de vital importancia que el país logre alinear sus políticas e instituciones con las buenas prácticas ambientales. Al menos es lo que nos dice la Ocde.
El uso de combustibles limpios es una de las principales características de los países miembros de la Ocde ya que, según informes de este organismo, en el 2060 morirán entre 6 y 9 millones de personas en el mundo a causa de la contaminación en el aire.

En Colombia, la mala calidad del aire es considerada como uno de los principales factores de mortalidad. Alrededor de 8.000 personas mueren a causa de la polución, cifra no tan lejana al número de homicidios cometido en el país (11.000 en el 2017).

El material particulado fino PM2,5, producto de la combustión del carbón, diésel y gasolina es el mayor contaminante del aire que afecta la salud humana. La Organización Mundial de la Salud recomienda no superar una concentración máxima promedio anual de 10 microgramos por metro cúbico, pero hoy en Colombia el límite máximo permitido es de 25, un 150% más de lo recomendado.

Internacionalmente, la norma colombiana se ve rezagada ya que el nivel máximo en Estados Unidos es de 12 y 15, dependiendo de la zona, y en Europa es de 20. Sin embargo, a partir del 2020, será de 18.

Al comparar los niveles de 2014 de las ciudades más pobladas del mundo, se observa que algunas cumplen con la recomendación internacional, como Nueva York, Madrid y Toronto, mientras que otras están cerca de cumplirla, como Chicago, Londres y Buenos Aires.

En el caso colombiano, Bogotá y Medellín están lejos de alcanzar no solamente la recomendación de la OMS, sino también la nueva normatividad que impone un máximo de 15 para el 2030, mientras que Cali tiene unos niveles cercanos a dicho límite.

Cabe destacar que los niveles de concentración de material particulado no son uniformes, ya que dentro de una misma ciudad existen grandes diferencias entre zonas, según variables como el tráfico y el viento. Por ejemplo, las zonas más contaminadas de Colombia en el 2017 son los alrededores de las estaciones tráfico sur del Valle de Aburrá, la estación Zipaquirá - Emafez en Cundinamarca, la estación Yumbo - Acopí, y la estación Policía Hipódromo Soledad en Atlántico.

Es importante resaltar que muchos municipios de Colombia no miden las emisiones de material particulado fino y en las que lo hacen, no todos cumplieron el mínimo de datos requeridos para obtener una adecuada medición, como es el caso de Cartagena, Cúcuta e Ibagué, entre otros. Por consiguiente, lo más probable es que existan zonas con niveles de contaminación mayores y de las cuales no se tienen registros.

Cabe destacar que, con los niveles reportados actualmente, son pocas las estaciones de medición que están por debajo de la exigencia para 2030 de la nueva normatividad. Si queremos cumplir esta nueva norma, las medidas para solucionar esta problemática deben tomarse muy pronto.

En cuanto a los causantes de estos niveles de contaminación, en el caso de Bogotá, los vehículos aportan el 75% del total de las emisiones de material particulado, de los cuales el 42% corresponde al transporte de carga, el 23% a los buses de transporte público (corriente y Sitp), el 14% al transporte especial, el 8% a los camperos y camionetas, el 7% a las motocicletas y el 4% a los automóviles particulares.

El panorama de la calidad del aire en zonas urbanas es oscuro y puede empeorar. Es fundamental que el Congreso de la República, el Gobierno Nacional y las autoridades locales tomen medidas efectivas para incorporar tecnologías de bajas emisiones en el transporte.

Muchas vidas dependen de los esfuerzos que hagamos en los próximos años por mejorar nuestro aire, y para esto es esencial el trabajo conjunto entre la comunidad, el Estado y la industria que permitan tener una hoja de ruta con acciones medibles y vinculantes para los agentes del transporte.