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En los próximos días (14 de mayo) estaremos dialogando y reflexionando, con otros colegas académicos de España y América Latina, sobre el sentido que tiene pensar las Instituciones de Educación Superior (IES) en perspectiva de inclusión. Considero que este aspecto es cada vez más una realidad que refleja el compromiso que las IES tienen con la generación y gestión del conocimiento apropiado socialmente. Hay que decirlo con claridad: el conocimiento debe servir para el desarrollo y bienestar de las poblaciones. La inclusión en la educación superior se refiere a la creación de entornos y oportunidades que permitan el acceso, la participación y el éxito de todos los estudiantes, independientemente de sus antecedentes, características personales o circunstancias individuales. En el contexto de la política de educación superior en Colombia, la inclusión garantiza que todas las personas tengan igualdad de oportunidades para acceder, participar y tener éxito en la educación superior.
El marco normativo busca garantías para la promoción de la equidad y la inclusión educativa, bajo la premisa del acceso y con especial atención en la permanencia para los grupos poblacionales diversos: grupos étnicos, grupos en mayores condiciones de vulnerabilidad como mujeres, personas en situación de discapacidad, víctimas del conflicto armado, población rural-dispersa y en condiciones de difícil acceso por situación de pobreza. La diversidad de modalidades y la presencia de universidades públicas y privadas en las regiones ha permitido en Colombia el logro del acceso de poblaciones minoritarias.
Comprender las IES inclusivas implica abordar varios aspectos centrales en el impacto social que estas deben generar. Uno de los principales tiene que ver con políticas y programas concretos en esta ruta. Las IES inclusivas evidencian en sus propuestas aquello que garantice que todos los estudiantes tengan igualdad de oportunidades y acceso a la educación. Esto puede incluir políticas de admisión equitativas, apoyo financiero para estudiantes de bajos recursos, servicios de asesoramiento y tutoría, y acceso a instalaciones accesibles para personas con discapacidades. También sobre la diversidad y equidad las IES deberán valorar las distintas miradas de pluralidad poblacional que pasa por grupos étnicos, género, la orientación sexual, la religión, la discapacidad y el origen socioeconómico. La sociedad es un “poliedro” que debemos aprender a observar y sobre ella dialogar desde sus distintos lados. Fomentar un ambiente donde todas las voces sean escuchadas y respetadas, y donde se promueva el diálogo intercultural es clave para lograr un pensamiento común y en perspectiva de toda la sociedad. Accesibilidad es otra de las expresiones de esta dimensión inclusiva. Esto puede incluir la provisión de instalaciones y recursos, tecnología asistencial, servicios de apoyo y ajustes razonables para estudiantes con discapacidades.
La cultura institucional de una IES inclusiva promueve la aceptación, el respeto y la inclusión en todos los aspectos de la vida universitaria, desde el aula hasta el campus en general. Esto implica la capacitación de la comunidad académica en conjunto, así como la promoción de eventos y actividades que celebren la diversidad e inclusión. Uno de los objetivos centrales de una IES inclusiva es preocuparse por el éxito académico, personal y profesional de todos sus estudiantes. De allí el compromiso que se adquiere de identificar y eliminar las barreras que puedan obstaculizar el progreso de sus estudiantes, así como el desarrollo de programas de apoyo que fomenten el éxito de estos. Eliminar las barreas de ingreso, permanencia e inclusión laboral o de emprendimiento para los futuros graduados de las IES es fundamental para legitimar las funciones sustantivas de las IES.