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Durante las dos últimas semanas he tenido la oportunidad de encontrarme con dos libros que he podido leer con entusiasmo. Los dos autores, Renato Opertti, con su libro Sobre educar y aprender para futuros mejores, y Ary Waldir Ramos Díaz, también el suyo ¡Sed Auténticos¡ Claves del papa Francisco para la comunicación interpersonal, me condujeron a reflexionar un poco más en lo que en otras oportunidades de esta columna de opinión he trasmitido sobre los temas de la comunicación, democracia y construcción de la paz. Las tres realidades están entrelazadas en el contexto actual donde el diálogo, que implica escucha mutua e interacción de ideas, hace posible el encuentro en el escenario del bien común y posibilita un mundo en paz. Estamos en un momento límite de construcción social para que la creciente desafección democrática entre los jóvenes no se perpetúe en el tiempo y donde la seguridad no colonice el debate de las políticas públicas. Para que nada de esto ocurra, es fundamental que los cimientos educativos se consoliden en la vida de los estudiantes. La educación tiene que fundar un nuevo modo civilizatorio, porque hoy está más incrustada en mantener la insostenibilidad, asociada al cambio climático y a la pérdida de biodiversidad, que a interpelarla.
Para que esto suceda, las Instituciones de Educación Superior (IES) deben sentirse confrontadas para dejar de ser “torres de marfil”, como han sido criticadas durante mucho tiempo, donde muchas veces los académicos evidencian un estado de aislamiento intelectual de los problemas del mundo real, ofreciendo poco beneficio práctico a las necesidades sociales. Uno de los grandes problemas es no percibir el valor de la educación para la inclusión, la convivencia y la democracia. Por otro lado, tenemos un sistema educativo que muchas veces revela un conjunto de actores crispados en discusiones ideológicas sin poner el acento en lo fundamental. Las IES están profundamente entrelazadas con el tejido político, económico y social y necesitan responder a las mismas presiones y desafíos que influyen en el mundo en general, que se está volviendo más violento y polarizado cada día, influenciando fuertemente a los estudiantes y en general a la comunidad académica con enfrentamientos y debates polarizados. Frente a esta realidad, es importante que los líderes de la educación a través de las IES se pregunten ¿qué puede hacer la educación superior para mitigar los conflictos y crisis locales y globales? ¿qué habilidades y competencias necesitan los estudiantes de todas las disciplinas para evaluar, prevenir y transformar eficazmente el conflicto? ¿qué medidas pueden apoyar la salud mental y el bienestar de los estudiantes que se ven afectados por el aumento de la polarización y la violencia? Hay mucho que se puede hacer para transformar los conflictos y fortalecer el compromiso institucional y promover una agenda de consolidación de la paz. Vale la pena que al incorporar cursos, módulos y oportunidades de aprendizaje experiencial, estos se centren en la resolución de conflictos, la comprensión intercultural y la justicia social. También es clave fomentar la colaboración interdisciplinaria entre profesores para abordar los complejos desafíos de construcción de la paz desde múltiples perspectivas. Crear espacios para la comunicación y el diálogo como camino para la compresión mutua es clave para construir la paz.
Al abrazar su potencial como agentes de construcción de la paz, transformación de conflictos, recuperación social y reconciliación, las IES pueden contribuir significativamente al desarrollo de comunidades más pacíficas, justas y resilientes.